La forma más sencilla de definir un agujero negro es decir que es una región del espacio donde la atracción de la gravedad es tan intensa que la luz no puede escapar de su interior. El origen de este fenómeno está en una enorme acumulación de materia en un espacio pequeño en comparación con el tamaño de estrellas y planetas.
Los agujeros negros reciben ese nombre porque son invisibles. La única forma de detectarlos es observar el comportamiento del gas y las estrellas que hay en sus alrededores, tal como explica la NASA.
Por ejemplo, observando el movimiento de una estrella, los científicos pueden deducir si en sus proximidades hay un agujero negro. Cuando una estrella orbita cerca de estos astros, se produce luz de alta energía (como rayos X), que los científicos pueden detectar desde la Tierra o desde el espacio.
En ocasiones, los agujeros negros pueden ser lo suficientemente fuertes como para «desgarrar» a las estrellas y robarles sus gases. Se forma entonces un disco de acreción, una masa de gas que se precipita sobre el agujero formando enormes espirales y calentándose más a medida que se acerca al agujero.
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Los físicos de LIGO, el Observatorio Gravitacional de Interferometría Láser, han detectado las ondas gravitacionales llegadas de la colisión violenta de dos agujeros negros a más de 3 mil millones de distancia años luz. Su anuncio supone un hito ya que es la tercera vez que se observan las ondas que Albert Einstein predijo con su teoría de la relatividad hace cien años.
Los protagonistas fueron dos densos agujeros negros, con una masa de más de 31 y 19 veces la del Sol respectivamente, que desencadenaron estas ondas cuando se fundieron en uno solo con una masa unas 49 veces la de nuestra estrella.
“Hay una población de agujeros negros pesados por ahí y LIGO ha empezado a verlos“, señaló Bangalore Sathyaprakash, físico de Penn State y la Universidad de Cardiff y autor principal del estudio, a The Verge.
Antes del primer registro de LIGO, los científicos no creían que abundaran los agujeros negros mayores de 20 masas solares. Ahora la concepción del cosmos ha cambiado con una tecnología que capta esas ondas que son tan pequeñas como una milésima parte del diámetro de un protón.
Resulta que a medida que los dos agujeros negros giran entre ellos espiral hacia dentro hasta juntarse también rotan sobre sus propios ejes. Las últimas observaciones indican que esa danza de los agujeros mostraba una desalineación, lo que sugiere que los dos agujeros negros no nacieron a la vez sino que eran independientes y se juntaron después en un cúmulo estelar.
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En este vídeo, la NASA muestra cómo un agujero negro absorbe una estrella en el espacio.