Más o menos vergonzosos, más o menos conversadores; todos nosotros tenemos en algún momento un diálogo silencioso, una charla personal con nosotros mismos. Pueden ser pocas palabras o profundas conversaciones y reflexiones personales. Todos nos hablamos a nosotros mismos, sin que nadie nos escuche. Pero, ¿siempre es bueno lo que nos decimos?
Las palabras pueden tener un poder realmente increíble, que muchas veces solemos desestimar. Aunque te parezca raro pensarlo así, las palabras que nos decimos tienen la capacidad de crear y abrir (o cerrar) mundos de posibilidades. Si todo el tiempo nos decimos para nuestros adentros palabras de amor y positividad, seguramente comencemos a sentirnos así. En cambio, ¿qué pasa cuando nuestra vocecita interior constantemente nos juzga o nos critica? Puede que todo a nuestro alrededor parezca pesado, negativo u oscuro.
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Por eso es importante, en primer lugar, aprender a reconocer cuando nuestro diálogo interno deja de ser reflexivo y constructivo para volverse negativo para nosotros. Sigue estos consejos, y que tu voz interna se convierta en tu mejor amiga.
¿Qué diálogos podemos tener con nosotros mismos?
1. Autocrítico
Es cuando la vocecita permanencentemente nos juzga y critica, señalándonos lo que hacemos mal o insuficiente. Resalta las limitaciones y no da lugar a los logros. Siempre dice que todo podría haber sido mejor. La envidia y la frustración pueden ser frecuentes, ya que la autoexigencia del diálogo puede ser intensa y estresante.
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2. Ansioso
La voz constantemente quiere anticiparse a lo que va a pasar, pensar probabilidades, hacer cálculos. Y frente a la incertidumbre, el panorama puede verse distorsionado y generar expectativas irreales.
3. Victimisma
Este diálogo es el que constantemente nos recuerda que el mundo pareciera estar en nuestra contra y que nosotros solo podemos recibir de forma pasiva, sin hacer nada al respecto. Nos "ata" a un lugar incómodo y doloroso, boicoteando nuestra posibilidad de ser felices.
Consejos para frenar el diálogo negativo con nosotros mismos
1. "Corta" el pensamiento
Si estás preocupado por algo o sientes que estás haciendo algo mal o diferente a como te gustaría hacerlo, puede pasar que no dejes un segundo de pensar en eso, y puede volverse perjudicial para ti. Cuanto más y más lo piensas, más enmarañado te encuentras. Por eso, si detectas que estás así lo mejor que puedes hacer es dejar de pensar por un tiempo. Mírate una película, sal a caminar, toca un instrumento, lee un libro, distráete. Los problemas te esperarán ahí cuando regreses, pero tú te enfrentarás a ellos con la mente despejada, y ahí podrás ver su real dimensión.
2. Piensa lateralmente
Si tu pensamiento no te está llevando a un buen puerto, búscale la vuelta para transformarlo a tu favor. Si tienes un problema para resolver, comienza por pensar alternativas positivas para encararlo. Enfócate en las posibilidades y no malgastes tu energía en seguir profundizando los aspectos negativos del tema. Un ejercicio práctico que puedes aplicar para transformar esto es detectar qué pensamiento negativo está rondando en tu mente y buscar cuál sería su contrario positivo. Una vez que lo encuentres, repítetelo como si fuera un mantra.
3. Aconséjate como si fueras tu mejor amigo, no tu enemigo
A menudo, si eres muy exigente contigo mismo puede pasarte que cuando te encuentras en una encrucijada, en lugar de ayudarte, pienses en qué es lo que los demás e incluso ti mismo esperas, y cómo no puedes alcanzarlo. Y eso, ¡es lo peor que puedes hacer! En un momento difícil no te exijas de más, aconséjate con amor, como si fueras tu mejor amigo, alguien que te comprende, que puede ponerse en tu lugar. Las críticas de más no te ayudarán a resolver la situación, te sabotearán. Aprende a desoír la voz que te haga mirar todo el tiempo el medio vaso vacío.
4. Resalta tus victorias pequeñas
¿Realmente sabes reconocer en ti lo bueno que haces? Cambia el enfoque. Empieza a ver lo que eres capaz de hacer, lo que te hace feliz, lo que has conseguido. No importa salir en ninguna primera plana de ningún diario. Solo confía en ti y verás cómo las cosas en tu vida comenzarán a fluir con mayor facilidad.
5. Practica la empatía y el amor hacia ti mismo
Lo más importante que puedes hacer para frenar tu diálogo negativo hacia ti es comenzar a trabajar la empatía hacia ti mismo. Ponte en tu propio lugar, compréndete, abrázate. No siempre actuamos bien, pero podemos tener la humildad para reconocerlo y pedir disculpas, incluso, a nosotros mismos.
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