Somos seres curiosos por naturaleza. Pasamos de sobrevivir cazando y recolectando, a quedarnos en un solo lugar gracias a que aprendimos a trabajar la tierra. Debido a eso, el ser humano comenzó a tener tiempo libre, a pensar e imaginar más que antes y descubrió que la curiosidad es esencial para su vida. Escuchábamos, aprendíamos y eventualmente escribíamos lo que queríamos guardar para el futuro.
Increíblemente, los acertijos son casi tan viejos como la escritura, y uno de los más antiguos del mundo te retará para descubras algo fundamental. ¿Estás listo?
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Una casa basada en la fundación como los cielos.
Una casa cubierta con un velo como una caja secreta.
Una casa con una base como un ganso.
Uno entra ciego.
Lo deja viendo.
¿Sabes qué es?
Si todavía no lo tienes, tal vez esta versión abreviada te puede ayudar un poco más.
Hay una casa. Uno entra ciego y sale viendo. ¿Qué es?
¿Pudiste resolverlo? Aquí va la respuesta.
Una escuela
Las escuelas de hoy en día son muy distintas a como lo eran hace miles de años, pero sin duda es el valor de la educación, la importancia que tiene el conocimiento para una persona, lo que indudablemente nos transforma de ciegos a videntes.
Aprender de nuestros mayores, leer libros que narren la historia del mundo, aprender ciencias exactas y encontrar la magia de los números y lo que pueden hacer en nuestra realidad inmediata, comprender la razón de ser y encontrar sentido en el mundo; todo eso y más se engloba en lo que podemos encontrar en una escuela, todo eso y más podemos aprender a lo largo de nuestra vida.
La educación es esencial en cualquier etapa de nuestras vidas. Aunque oficialmente cumplamos con los grados obligatorios, aprender está en nosotros, ya lo decían los antiguos acertijos sumerios. El que acabas de leer pertenece a un compilado de 25 acertijos que E.I. Gordon rescató de antiguas tabletas cuneiformes que datan del IV milenio a.C.
Si quieres una referencia igual de hermosa pero más acercan a nuestros tiempos, puedes quedarte con esta hermosa frase de la décima musa, Sor Juana Inés de la Cruz:
Yo no estudio para saber más, sino para ignorar menos
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