Las hay grandes, pequeñas, más altas, más bajas, alpinas, modernas, y de los estilos y materiales más extraños. Pero más allá de su aspecto, un hogar siempre es un sitio donde sentirse seguro, poder descansar, comer y asearse con tranquilidad, sin estar expuestos al frío, el calor o la lluvia.
Por eso poder acceder a una vivienda digna es un derecho consagrado en varios instrumentos internacionales de derechos humanos; al que, sin embargo, muchas personas en el mundo no tienen acceso.
Se calcula que al menos 100 millones de personas en el mundo no tienen un hogar; y esa cifra ha crecido debido a la crisis de refugiados en el mundo. De hecho, de acuerdo a UNICEF, al menos 50 millones de niños abandonaron sus hogares en todo el mundo en la búsqueda de una vida mejor; y al hacerlo se han encontrado con muchos otros peligros que no hacen más que seguir vulnerando sus derechos.
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De acuerdo a Statista, las ciudades con mayor número de personas sin hogar son: Moscú, Nueva York, Manila, Los Ángeles, Mumbai, Ciudad de México, Yakarta, Buenos Aires, Budapest, y San Pablo.
No tener un hogar implica mayores riesgos de salud, menores condiciones de higiene, mayores dificultades para acceder al agua potable, a los servicios sanitarios, y por todo ello mismo también merma la dignidad personal. Por eso, muchas de estas personas, además, luchan cada día contra la discriminación y el estigma social, quedando en una situación de marginalidad en todos los sentidos.
Parece mentira que siendo ésta la situación de millones de personas en todo el mundo, en sitios como Estados Unidos sigan existiendo enormes casas, muy poco aprovechadas por la familia que allí vive y que éste, además, siga siendo el ideal de tantas personas en el mundo.
“La crisis actual de la vivienda en el mundo, donde hay millones de casas y apartamentos vacíos, al mismo tiempo que aumenta de manera alarmante el número de embargos y la falta de vivienda, es la evidencia más cruda del fracaso de la financiación de la vivienda para hacer frente a las necesidades habitacionales de todos los segmentos de la sociedad”, señala al respecto de esta situación Raquel Rolnik, la Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre vivienda.
Para acercarnos al futuro sustentable que deseamos, la sustentabilidad social debe estar presente e ir de la mano con la ambiental y la económica, para garantizar que los derechos humanos se respeten, haya justicia social y, por sobre todas las cosas, que la pobreza, la desigualdad y la exclusión no se profundicen en favor de unos pocos y a costa de tantos.
En esta nota podrás conocer además 5 lugares extraños adonde han tenido que vivir las personas por falta de espacio o de posibilidades:
1. Setenil de las Bodegas, España
Uno de los sitios más extraños para vivir es Setenil de las Bodegas, un municipio de la provincia de Cádiz, Andalucía (España). Su centro, que puedes ver aquí en la fotografía, está ubicado en el tajo que forma el río Guadalporcún cuando pasa por la ciudad.
Mira cómo las casas están construidas debajo de las rocas.
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2. "Ponte Vecchio", Francia
Éste es el "Puente Viejo" o "Ponte Vecchio", ubicado en Florencia, Italia. Está sobre el río Arno. Las personas solían vivir en tiendas a lo largo del puente y aún hoy se corre el rumor de que existen pequeños apartamentos allí.
3. Matmat, Túnez
En éste, el asentamiento de Matmat (en Túnez, África), los habitantes han cavado pozos profundos en el suelo y luego túneles en las paredes laterales para crear sus hogares.
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4. Ciudad de los Muertos, Egipto
Ejemplos nada pintorescos como los anteriores, son los dos que siguen. Éste es el barrio Al-arafa o “La ciudad de los Muertos”, al sudeste de El Cairo (Egipto). Esta ciudad fue fundada como un cementerio Árabe, pero muchas personas han vivido ahí. Viven entre tumbas, arman cocinas, áreas de esparcimiento y baños dentro de ellas. Tienen acceso a la electricidad y agua corriente, a diferencia del próximo ejemplo.
5. Manila, Filipinas
En el Cementerio norte de Manila, Filipinas, las más de 52 hectáreas son el hogar de familias que no han podido sostener una renta. Ellos han transformado los mausoleos en casas familiares; y hasta cafés y comercios fueron allí improvisados. Pero no cuentan con agua potable, electricidad, servicios sanitarios, y sus condiciones de vida están permanentemente en contacto con miles de cuerpos en descomposición.
¿Crees que éstas son formas de vida dignas? Es hora de que hagamos foco en lo que realmente importa.