¿Eres de los que odian las mañanas? ¿Crees que el día debería empezar al mediodía? ¡Bienvenido al Club! La verdad es que no importa cuánto lo aseguren las personas madrugadoras: hay gente a la que no le sale levantarse temprano.
Sin embargo, una cosa es cierta: a veces no se puede evitar. Entre el trabajo y otras tantas actividades diarias, pensar en levantarse tarde parece imposible. ¿Vas entonces a vivir deprimido hasta que llegue la hora de jubilarse?
No es necesario. En realidad, aunque no seas una persona mañanera y nunca lo vayas a ser, sí tienes la capacidad de reconciliarte con las mañanas, y encontrarles algunas de sus virtudes. Simplemente, debes cambiar las cosas de perspectiva.
¿Te animas a intentarlo?
1. Piensa en lo bueno que podrás hacer
En realidad, si te levantas más temprano, no sólo resignas un rato más en la cama: también estás ganando tiempo. Levantarte temprano en realidad te permite hacer las cosas con más tranquilidad de lo que las harías si te levantas a la hora habitual.
Si quieres realmente reconciliarte con la mañana, y empezar a sentirte menos deprimido por levantarte temprano, prueba esto: date un gusto que no te darías por la tarde. Puede ser tomarte 15 minutos para leer, para meditar, para ponerte cremas o para hacerte un nuevo peinado.
Sentir que la mañana de hecho sirve para algo hará que sea más fácil para ti levantarte temprano.
2. Enfócate en la siesta sin culpa
Levantarte pensando “no importa, ¡Esta tarde dormiré la siesta!” es una gran manera de dejar de posponer el despertador. Y no está mal. Una siesta por la tarde nos ayuda a mejorar el rendimiento durante el día, nos carga de pilas, y no tiene nada de malo.
Lo mejor es que cuanto más temprano te levantas… ¡Menos culpa sientes al echarte una siesta con tu gato a la tarde!
3. Ponte objetivos
En realidad, si no vas a usar la mañana para nada, no tienes por qué obligarte a levantarte más temprano. Pero, si estás leyendo esto, seguramente es porque algo necesitas lograr. Quizá quieres un tiempo para dedicarte a ti mismo que no tienes en otro momento del día; quizá estás trabajando en un proyecto al que sólo puedes dedicarte antes de ir a trabajar; o tal vez necesitas organizar mejor tu día.
Sea el motivo que sea, céntrate en esos objetivos. Pon metas concretas (¡Y realistas!) para cada mañana.
Así, sentirás que madrugar realmente tiene un sentido en tu vida, y se te hará más fácil reaccionar al sonido del despertador.
4. Inspírate
De nada sirve levantarte temprano si vas a hacerlo con el pie izquierdo. Necesitas que tu día tenga sentido y buena vibra.
Para ello, nada mejor que inspirarte por las mañanas. Para empezar, intenta levantarte con este pensamiento: “hoy va a ser un gran día”. Tenla de fondo de pantalla del móvil, en tu mesita de luz o escrita en el techo, pero intenta recordarla cada mañana.
Además, haz cosas que te inspiren. Escucha un tema musical que te encante, mira un video inspirador, lee un artículo de espiritualidad. Y por favor, intenta no ver las redes sociales hasta el mediodía.
5. Usa la experiencia
Finalmente, si te está costando levantarte, no te dejes vencer por los pensamientos negativos, sino que, mejor que ello, apela a la experiencia. ¿Qué quiero decir con esto?
En lugar de pensar “odio todo, mi vida apesta”, intenta hacer caso omiso a esos pensamientos y sensaciones y mejor piensa en la última vez que te levantaste temprano. Estuvo bien, ¿No? Por eso quieres hacerlo de vuelta.
¿Fue tan grave? ¿No tuvo acaso cosas positivas? Pensar en experiencias previas te ayudará a entender que estás exagerando un poquito, y te permitirá cambiar el ánimo mañanero.