Los Juegos Olímpicos son uno de los eventos deportivos más esperadospor miles de personas en todo el mundo. Pero su realización no está exenta decríticas hacia cuestiones de inversión (y asignación) de recursos en sitios conproblemáticas como la extrema pobreza, tal como sucede en Brasil, sede de Río2016.
Pero también, el nivel devisibilidad y la popularidad que ha alcanzado como espectáculo deportivo hizoposible que algunas historias, similares a las que se repiten en todo el mundoen el silencio del anonimato, cobren luz gracias a los deportistas.
Apenas comenzados los juegos, salieron a la luz historias como la de de YusraMardini, la refugiada siria que compitió en natación en los Juegos; junto con las de todo el equipo de refugiados.
Poco a poco, fueron haciéndose visibles otras historias de vida conmovedoras.
Rafaela Silva
Rafaela Silva coronó a Brasil con la primera medalla de oro obtenida en su sede, habiendo competido en judo en la categoría de menos de 57 kilos.
Además de su talento, Rafaela se hizo conocida en todo el mundo por haber nacido en Ciudad de Dios, una de las favelas (barrios de emergencia donde viven personas de bajos recursos y con escaso acceso a los servicios básicos) más grandes de Brasil: "Nací en una comunidad que no me permitía plantearme muchos objetivos en la vida. Soy de Ciudad de Dios. Empecé a practicar judo por diversión y ahora soy campeona mundial y olímpica", señaló.
Según cuenta, comenzó a hacer judo a los 5 años gracias a una ONG. Su profesor le prestaba un kimono porque ella no tenía dinero para comprarlo, e incluso la ayudaba pagando los viajes para que pudiera competir.
Pero no solo su condición social hizo que fuera difícil su camino. Años atrás, fue eliminada de las Olimpíadas y recibió en las redes sociales muchos insultos que la llamaban "mono" o "macaco". Esto la entristeció mucho e incluso pensó en dejar de practicar judo, pero con apoyo y contención logró seguir adelante.
En estos Juegos se consagró campeona y dijo ante las cámaras que ese logro "es importante para mostrar a todos que un niño que salió del barrio puede conquistar el mundo".
Emilce Sosa
La historia de EmilceSosa comparte con la de Rafaela una infancia de pobreza y humildad. Nació en Ibarreta, unalocalidad de Formosa (Argentina) y aunque se hizo conocida por integrar elequipo de vóley femenino de su país “Las Panteras”, que compitió en Río 2016,no ha renunciado a sus orígenes.
Así lo revela la leyenda que lleva tatuada ensu brazo: que en el dialecto de la etnia wichi significa “Mis raíces, mi historia”, recordando su infancia en la que vivió junto a su familia en la comunidadoriginaria Lote 1 de Formosa, donde aprendió valores de amistad, sinceridad y respeto que jamás olvidará.
Josué Encarnación
El casodel medallista Panamericano de lucha olímpica,Josué Encarnación, comparte también esteorigen muy humilde, pero, en su caso, aun habiendo obtenido la medalla debronce en los últimos Panamericanos de Toronto, continuaba viviendo en muyprecarias condiciones en un hogar con techo de chapa y suelo de tierra. Aunque no compite en los juegos olímpicos, su historia se ha hecho visible gracias a la agitación por el deporte que el evento produjo en Brasil.
“La mía es una condición bastante crítica. La casase nos cae. No estamos en condiciones ni de invitar a nadie a tomar una taza decafé”, señaló el joven luchador.Hace poco, en la inauguración de un complejohabitacional, el gobierno de su país le entregó un nuevo hogar, pero ha sido supopularidad como deportista lo que lo ha ayudado y sin dudas le cambiará su vida.
Estos tres deportistas representan solo tres de tantashistorias que se esconden en los márgenes del planeta, luchando cada día poralcanzar mejores condiciones para ellos y sus familias.