El vitiligo es una enfermedad de la piel que produce manchas sin pigmentación en algunos sectores. Suele aparecer antes de los veinte años y es una enfermedad de carácter autoinmune, eso significa que el cuerpo ataca algunas células sanas por error (en este caso, los melanocitos).
No se conoce su causa, pero no tiene consecuencias graves ni que pongan la vida en peligro. Sin embargo, las manchas blancas en el cuerpo y el rostro pueden ser para algunas personas un motivo de tristeza e inseguridad.
Eso le pasaba a Carter Blanchard, un niño de 8 años, hasta que su nuevo amigo Rodwy lo cambió todo.
Hace dos años, cuando solo tenía seis de edad, Carter descubrió algo extraño en su rostro. Era una pequeña mancha blanca en su piel, que con el tiempo comenzó a crecer. Rápidamente los médicos le diagnosticaron vitiligo, y le explicaron que no era grave, pero que las manchas no se irían y podían seguir apareciendo.
A Carter, el cambio en su rostro y la diferencia que notaba con el de los demás niños lo llenaron de inseguridad. Perdió el autoestima y la confianza en sí mismo.No la pasaba bien en la escuela, y parecía que superarlo iba a ser muy difícil para él.
Un día, su madre, Stephanie, estaba llevando a Carter al colegio, y él le dijo que odiaba su rostro y como se veía. En ese momento, ella supo que tenía que encontrar algún tipo de ayuda para que Carter pudiera aceptarse tal cual era.
Probablemente Stephanie creyó que se encontraría con más niños como él, o tal vez que encontraría un grupo de ayuda. Sin embargo, halló algo que la sorprendió, pero también le generó entusiasmo. Era Rodwy, un perro labrador negro que había sido diagnosticado con vitiligo al mismo tiempo que su hijo, y que era muy popular en las redes sociales.
Rodwy tenía unas manchas blancas alrededor de los ojos similares a las de Carter, pero a Rodwy no le importaba: era un perro simpático y feliz que agradaba a todo el mundo. Stephanie le mostró la historia a Carter, que se alegró al conocer la historia del perrito. Ambos pensaron que sería genial conocerlo en persona.
Stephanie contactó con la dueña de Rodwy y le contó la historia. Le pidió permiso para llevar a Carter a conocer a Rodwy, y Niki Umbenhower dijo que sí. El único problema era que Carter y su mamá vivían en Arkansas, y Rowdy, en Oregon. Ellos no tenían dinero para costear el pasaje.
Carter comenzó a pensar que tendría que conformarse con ver a su nuevo amigo solo por fotografías. Pero entonces, alguien se enteró de la situación y de manera anónima donó los 5.000 dólares que costaba el traslado.
Cuando Carter y Rodwy se conocieron en persona todo cambió para el niño. Tener un amigo con el que compartir la misma condición de la piel lo volvió más seguro. Si él amaba a Rodwy, ¿por qué los demás no iban a amarlo a él?
Stephanie contó que Carter regresó al colegio mucho más feliz, y que ahora ella y Niki están pensando en una manera de que Rodwy y Carter puedan verse más seguido. ¡Se ven muy felices juntos!