A menudo sucede que, al estar solos, nos sentimos independientes, pero al ponernos en pareja volvemos a depender del otro. Esto se debe a que las relaciones íntimas estimulan de manera inconsciente ese estilo de apego inicial.
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¿Cuáles son esos tipos de apego que se activan en las relaciones? ¿Cómo diferenciarlos?
Apego seguro
En este tipo de apego, el amor es natural. La intimidad no es algo a lo que temerle y el vínculo es de respeto y cuidado. Es posible compartir necesidades y sentimientos de forma abierta, sin tomarse todo como una cuestión personal ni defenderse sin razón ante el conflicto.
Apego ansioso
En este tipo de apego se precisa estar cerca. Es posible que se renuncie a las propias necesidades para complacer al otro, y eso puede llevar a una sensación de falta de satisfacción o infelicidad. Para aliviar la ansiedad que esto genera es posible que se manipule para obtener atención y retomar la cercanía cuando el otro pareciera alejarse.
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Apego evitativo
Este tipo de apego evita la cercanía. Se muestra independiente y autosuficiente, esquivando la intimidad. Los sentimientos no se comparten de manera fácil ni abierta; sino que se protege la propia emocionalidad. Se manifiesta miedo al compromiso en pos de mantener la libertad. Puede ser distante, tomar decisiones sin consultar o a veces ser indiferente con el otro.
¿Cómo cambiarlo?
Si bien ese tipo de apego inicial puede ser muy condicionante, puedes trabajar para cambiarlo y establecer relaciones más sanas para ti.
Por ejemplo, alguien con apego ansioso se sentirá más estable en una relación con otro que tenga un estilo de apego seguro.
Para todos los casos, es fundamental: trabajar la autoestima; aprender a identificar y comunicar las necesidades emocionales personales; practicar la aceptación de uno mismo; encontrar el equilibrio entre el amor propio y el registro y respeto hacia el otro; entre otras cuestiones que dependerán de cada persona.
Fuentes: