La ansiedad y el estrés no solo afectan a los adultos. De hecho, son cada vez más los niños que presentan alteraciones en la conducta que, al igual que en los adultos, responden a situaciones que les generan ansiedad o miedo.

Con las técnicas de relajación infantil ayudamos al desarrollo de su inteligencia emocional y, al mismo tiempo, les inculcamos hábitos saludables que podrán poner en práctica a lo largo de su vida.

Para que el niño o niña aprenda a vivir de una manera sana y feliz, es importante que aprenda diferentes ejercicios de relajación puesto que eso ayuda a que reduzca su nivel de estrés, tanto mental como físico y contribuye a disminuir su timidez, así como a controlar los tics y otros síntomas que estén relacionados con la ansiedad.

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Beneficios de las técnicas de relajación para los niños

- Disminuyen la ansiedad en los niños.

- Solucionan trastornos de sueño en los niños y mejoran la calidad del descanso.

- Mejoran el estado de bienestar de los niños.

- Ayudan a reducir la tensión muscular.

- Mejoran la capacidad de concentración y la memoria.

- Favorecen el control de las emociones, sobre todo en niños con explosiones de ira y agresividad.

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Las mejores técnicas de relajación para niños por edades

Bebés de 0 a 3 años

En esta edad, la participación del niño es menor, por lo que debemos acompañarle durante el proceso.

Masaje Shantala: se trata de una técnica de origen hindú, para relajar y ayudarle a dormir a través del tacto. Es importante realizar estos masajes en un momento en el que el bebé esté más tranquilo, nunca en medio de una rabieta. Podemos poner música suave, comprobar que la temperatura de la habitación sea agradable y utilizar aceites esenciales. Se realiza en los pies, piernas, estómago, pecho, brazos, manos y espalda.

Bote de la calma: cuando el niño entre en la etapa de las rabietas, alrededor de los 2 años podremos crear un bote de la calma o de la paz. Al agitarlo, podrá observar cómo la purpurina se mueve de forma descontrolada, como él cuando está enfadado. Cuando la purpurina comienza a caer hacia el fondo, el nerviosismo pasa y el niño consigue relajarse.

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Niños de 3 a 7 años

La participación del niño será más activa en su primera infancia. En esta etapa podemos poner en práctica tres técnicas.

Técnica del globo: le pedimos al niño que imagine que es un globo. Debe inspirar muy profundo hasta que llene completamente los pulmones y no entre una gota de aire más. A continuación se exhala el aire muy despacio. Tendrá que repetir este ejercicio varias veces. Una técnica ideal para niños con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).

Técnica de la tortuga: la idea es que el niño asuma que es este animal. Se colocará en el suelo boca abajo y le diremos que el sol está a punto de esconderse y la tortuga ha de dormir, para ello deberá encoger piernas y brazos poco a poco, muy despacio, hasta ponerlos bajo su espalda, que será el caparazón de la tortuga. Después le diremos que ya es de día de nuevo y la tortuga ha de emprender viaje por lo tanto, moverá piernas y brazos de nuevo muy despacio.

Hormiga: el niño tiene que hacerse muy muy pequeño y mover piernas y brazos como si fuera una hormiga. Cuando lo esté haciendo, le pedimos que relaje los músculos y poco a poco se vaya convirtiendo en otro animal.

Debemos ayudarlos durante las diferentes técnicas, decirles suavemente, paso a paso, qué tienen que hacer. Estos ejercicios están basados en garantizar una buena respiración que pueda tranquilizar al niño y relajar todos sus músculos.

Postura de la tortuga

Niños de 7 a 9 años

Son niños que ya tienen más control de su cuerpo y sus emociones, por lo que podemos añadir técnicas más complejas de relajación para niños.

Mindfulness: en esta etapa los niños ya pueden comprender algunas actitudes de la meditación, y se puede proponer la práctica en silencio, o con algún audio de meditación guiada. Es importante, en cualquier caso, acompañarlos en la meditación formal. Para ello, nos sentamos en el suelo, en silencio, podemos poner algún audio guiado y prestamos atención a lo que ocurre alrededor cuando nosotros decidimos estar quietos.

Mandalas: en esta etapa los niños ya manejan la motricidad fina, por lo que una estupenda actividad a realizar es pintar o colorear mandalas. Ayuda a fomentar la concentración, a tener un control del cuerpo, desarrolla la paciencia y baja el nivel de estrés y la ansiedad. Tan solo debemos imprimir y proveerle algunos mandalas, dejando que el niño sea creativo a la hora de colorearlos.

Muñeco de trapo: le pedimos al niño que imagine que es un robot y se mueva como tal. Pasado un minuto, le decimos que imagine que es un muñeco de trapo y represente cómo sus brazos, piernas y tronco se relajan. Debemos colaborar con él e intentar levantar su brazo o su pierna que ya no es rígida, sino de trapo.

Burbujas de pensamientos felices: explicaremos la conexión entre la respiración profunda y la relajación, de manera que el niño lo pueda entender. Si es pequeño, se le puede decir que la manera en que respira puede hacer que se sienta más ansioso o, al contrario, más calmado. Con un soplador de burbuja en mano, explicaremos que la idea es formar la burbuja más grande, para lo cual debe soplar profunda y lentamente. Cada vez que lo haga y salga una burbuja, debemos pedirle que piense algo positivo o en algo que le gusta mucho, de esta forma se potencia aún más la sensación de tranquilidad y relajación.

Niños de 9 a 12 años

A esta edad podemos seguir ayudándoles a poner en practica técnicas de respiración para relajarse que son fáciles de practicar antes de un examen, por ejemplo, sin que nadie se percate de ello, o en situaciones que les alteren.

Una de las más efectivas es la técnica de relajación muscular progresiva de Jacobson:

1. Le pedimos al niño que se siente y extienda las manos sobre la rodillas. Debe comenzar a realizar secuencias de relajación con diferentes partes del cuerpo.

2. Debe cerrar las manos fuertemente hasta sentir tensión y mantenerla durante 10 segundos, después se destensa suavemente.

3. Se encoge hasta las orejas y libera poco a poco los hombros.

4. Se lleva al mentón el pecho y luego se relaja el cuello.

5. Se abre la boca y se extiende la lengua, luego se relaja.

6. Se inspira profundamente durante unos segundos y se expira muy despacio.

7. Se inclina hacia adelante, se mantiene la posición de la espalda y luego se recupera.

Se estiran los dedos de los pies como si quisiéramos ponernos de puntillas, se aguanta y luego se recupera la posición.

y tú, ¿has aplicado alguna de estas técnicas con tu hijo? si conoces otra y quieres compartirla, ¡déjanos tu comentario!

Fuentes:

Rincón de la Psicología

Guía Infantil