Los humanos apreciamos las artes de distintas formas y la música no escapa de ello. Nuestro cuerpo y cerebro son un misterio y la forma en la que reaccionamos ante las artes es algo fascinante. La ciencia ha encontrado cómo reacciona nuestro cerebro ante estímulos placenteros, enfocándose en la música como recompensa.
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Los seres humanos aprecian la estética de una manera particular, experimentando respuestas placenteras a estímulos complejos que no confieren ningún valor intrínseco claro para la supervivencia. Sin embargo, todos reaccionan de manera distinta ante estímulos comúnmente placenteros.
El estudio
Un estudio publicado en 2016 en la revista Social Cognitive and Affective Neuroscience por investigadores de la Universidad de Hardvard, cuya investigación se realizó usando una combinación de datos topográficos, conductuales y psicofisiológicos, encontraron que la conectividad de la materia blanca entre las áreas de procesamiento sensorial en la circunvolución temporal superior y las áreas de procesamiento emocional y social en la ínsula y la corteza prefrontal medial explican las diferencias individuales en la sensibilidad de recompensa a la música.
Los autores destacan que el vínculo neuronal entre las experiencias sensoriales y las respuestas estéticas placenteras no está claro. La música proporciona un estímulo ideal para estudiar el placer y la recompensa, ya que ha sido un accesorio de todas las civilizaciones humanas a lo largo de la historia y a menudo está catalogada como una de las experiencias humanas más agradables.
Por investigaciones previas, se sabe que las personas tienden a informar una compleja serie de sensaciones corporales y mentales mientras escuchan música, como la sensación de un nudo en la garganta, sensación de movimiento y la experiencia de escalofríos: la sensación de hormigueo en el cuero cabelludo, la nuca y la columna vertebral a menudo va acompañada de piel de gallina.
Además, la valoración placentera de la música se asocia con una mayor conectividad funcional en el cerebro entre cortezas auditivas y circuitos de recompensa mesolímbica.
¿Qué significan estos descubrimientos?
Los hallazgos proporcionan la primera evidencia de una base neuronal de las diferencias individuales en el acceso sensorial al sistema de recompensa, y sugieren que la comunicación social-emocional a través del canal auditivo puede ofrecer una base evolutiva para la creación musical como una función estéticamente gratificante en los humanos.
Esto explica, o al menos abre el camino para poder explicar por qué reaccionamos de manera tan diferente a los mismos estímulos: algo en nuestro cerebro es único, y hace que apreciemos el arte de una manera especial.
¿Qué causa en ti la música que te apasiona?