Mascar un chicle, que alguien mastique con la boca abierta, escuchar un disco rayado. Hay sonidos que nos molestan a todos, pero la gente que vive con misofonía realmente la pasa peor que el resto.

¿Qué es? Se trata de una aversión a ciertos sonidos, algunos tan cotidianos como la respiración o el escuchar el clic de una pluma. Lejos de ser una cuestion mental o psicológica, es una condición física que puede afectar mucho a quienes la padecen.

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volumen sonido

Durante mucho tiempo se ha considerado este problema como una cuestión psicológica que realmente se encontraba en personas intolerantes con los demás, como si ellos decidieran odiar esos sonidos o buscaran menospreciar sonoramente. Gracias a la revista Current Biology, que publicó los estudios de la Universidad de Newcastle, se demostró lo contrario.

Al hacer resonancias magnéticas a personas con y sin misofonía, descubrieron que las personas que sufrían el problema y escuchaban sonidos que les resultaban intolerantes, mostraban cambios en la actividad cerebral, pues tienen una diferencia de desarrollo en el lóbulo frontal de sus cerebros. Esto mismo los obliga a sentir ansiedad o irritación al escuchar sonidos específicos.

Entre las consecuencias de escuchar sonidos como el goteo incesante del agua, alguien masticando o el crujir de una puerta, las personas con misofonía mostraban sudoración excesiva y aumento del ritmo cardiaco. Aunque esto parezca irrelevante, es un gran avance, pues durante mucho tiempo la gente con este problema fue tachada de intolerante y exagerada, pero por fin se pudo demostrar que realmente su cerebro actúa de manera distinta.

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El caso extremo

mujer dolor

A diferencia de la misofonía, la hiperacusia es un síndrome auditivo debilitante que convierte los sonidos cotidianos en algo completamente doloroso. Las personas que lo padecen, comienzan a sufrir al escuchar sonidos fuertes. Así, pierden la capacidad de vivir en ciudades concurridas donde el sonido del metro, los aviones aterrizando o la inmensa cantidad de contaminación acústica pueden provocarles un gran dolor.

Ambos problemas pueden ser mitigados usando auriculares especiales que tapen el sonido externo, aunque esa es solo una manera rápida de evitar problemas. Lo mejor es que estas personas busquen expertos que puedan ayudarlos, tanto física, como psicológicamente, pues al tener la capacidad de escuchar, pero sufrir cada vez que lo hagan, implica un problema que va más allá de lo físico, se transforma en una cuestión social y espiritual.

Importante: debe aclararse que Bioguía no da consejos médicos ni receta el uso de técnicas como forma de tratamiento para problemas físicos o mentales sin el consejo de un médico, sea directa o indirectamente. En el caso de aplicar con ese fin alguna información de este sitio, Bioguía no asume la responsabilidad de esos actos. La intención del sitio es solamente ofrecer información de naturaleza general para ayudar en la búsqueda de desarrollo y crecimiento personal.

Fuente:

New Yorker

Rosario

Muy interesante