Todos alguna vez hemos tenido una contractura muscular. Las más comunes son las de el cuello y la espalda. A veces generan molestas leves y por eso podemos seguir haciendo nuestras actividades diarias; pero otras el dolor puede llegar a ser muy agudo y directamente impedirnos movernos con facilidad.
En la mayoría de los casos, relacionamos una contractura con una mala postura, haber dormido mal o haber hecho un mal movimiento. Pero, ¿qué pasa con su sentido emocional? ¿Qué es lo que el cuerpo nos dice a través de una contractura?
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