Hannah Louise Poston es una joven escritora que está haciendo su maestría en poesía en la Universidad de Michigan. Hace pocos años, conoció a Joe, un chico que la enamoró.
Al principio, todo marchaba muy bien. Pero luego de un tiempo, ya con tres años de pareja y viviendo juntos, Joe cayó en una profunda depresión que amenazaba no solo su felicidad, sino también a la pareja. Joe ya no quería salir con ella, ni tener sexo, a veces ni siquiera quería hablar. En los días más difíciles, no quería salir de la cama.
Fueron momentos muy duros para Hannah. "Joe, despertaba en la mañana envuelto en una niebla tan palpable que su presencia a veces hacía que me despertara, como si hubiera olido algo que se estaba quemando", cuenta en un conmovedor relato que publicó The New York Times.
La primera reacción de Hannah fue, como la de muchas personas, intentar cambiar lo que no le gustaba de su pareja y su relación. "Durante los primeros años de nuestra relación, a menudo deseé que despertara con un alegre “¡Buenos días!” y un beso, en vez de levantarse de la cama e ir tambaleándose como zombi hacia donde está el café."
Sin embargo, comenzó a darse cuenta de que la depresión iba en serio, y que no sería algo simple de revertir. "Terminé por entender que quedarme acostada en la cama mientras tenía fantasías acerca de un Joe sin depresión era una idea terrible. Hacía que estuviera de mal humor, y entonces los dos teníamos un mal día."
En muchas ocasiones, Hannah pensó que no había salida para la depresión de Joe, y que, como ella no podía adaptarse, su relación iba a tener que terminar. No ayudaba cuando él le decía que la depresión no se cura, sino que simplemente se aprende a vivir con ella.
Un día, Hannah tuvo una idea: adoptar un gatito. No era algo para combatir la depresión de su esposo y para salvar su pareja, sino simplemente un plan para ahuyentar a las ratas que frecuentemente invadían su casa.
Pero Joe se mostraba resistente: “¿Por qué las personas quieren un gato? Es un gato”. "Me parece que requerirá mucha energía de nuestra parte”, le decía.
Hanna, entonces, comenzó a tener una nueva actitud hacia Joe y su depresión. Si no podía ayudarlo, no lo haría. Simplemente se ayudaría a sí misma. Dejó de intentar llevarle a Joe su helado favorito para que ni siquiera lo comiera, y comenzó a comprar solo el suyo. Empezó a darse más tiempo para tener paseos sola y alejada de la casa. Fue en uno de esos paseos cuando decidió que adoptaría el gatito, no importara lo que pensara Joe.
"Cuando Joe llegó a casa esa noche, el gatito —que tan solo era una bolita de pelaje rayado— salió de debajo de la cama. Respiré profundo, lista para defender mi decisión. Pero después vi sus ojos verdes y traviesos que miraban los suyos, tristes y hermosos; parecía que había fuegos artificiales y unicornios que saltaban junto a la aurora boreal que aparecía entre los dos."
La mañana siguiente fue un antes y un después para la vida de Joe y Hannah. "Cuando despertó a la mañana siguiente, las primeras palabras que pronunció Joe fueron: '¿Dónde está el gatito?'. Y el primer acto del gatito, cuando escuchó su voz, fue escalar por el edredón y saltarle a la cara."
Nada fue igual para ellos desde ese día. Ese mismo verano, Joe reunió la energía para hacer grandes cambios en su vida. Dejó de fumar y comenzó a escuchar propuestas de su terapeuta para sobrellevar mejor su depresión. Mientras tanto, su vínculo con el gatito, que ahora se llamaba Sadie, comenzó a ser mucho más estrecho. Se convirtieron en mejores amigos, y hasta salían juntos de cacería por las noches.
Incluso las difíciles mañanas se hicieron más agradables para Hannah, Joe y Sadie. "A lo largo de los últimos cuatro años, la frase matutina '¿Dónde está el gatito?' se convirtió en 'Buenos días, Peanut', junto con un beso en mi mejilla. A veces incluso me abraza antes de ir por el café.", cuenta Hannah, feliz.
Joe aun tiene días malos. Pero ahora, incluso en los peores, Sadie aparece como una pequeña luz que lo ayuda a superar los malos ratos.
"A la primera señal de desánimo por parte de Joe, voy por Sadie y se la pongo en el cuerpo, como un ungüento. Incluso durante las peores peleas, uno de nosotros termina por tomar a Sadie y acercarse al otro casualmente. Cuando estamos demasiado enojados como para tener contacto físico, acariciamos a Sadie, y terminamos en medio de la habitación, como dos países en guerra que se aferran al puente que nos une a través del mar que nos separa".
Hannah está segura de que Sadie ha cambiado su vida. Incluso llegó a preguntarle a Joe si Sadie le había curado la depresión. "La depresión no se cura, solo aprendes a vivir con ella", respondió él.
Pero eso no importa ya para ninguno de los tres. Hannah es muy contundente cuando explica lo que Sadie significa en sus vidas: "Ella es nuestra felicidad, y vive con nosotros ahora".
Aquí puedes leer el relato completo de Hannah en español.