4. Alimentos fermentados
Las bacterias vivas que contienen estos alimentos como el yogur -hecho en casa o artesanal-, el kéfir o la kombucha, entre otros- son una fuente de probióticos, que nos ayudan a potenciar el crecimiento de la flora bacteriana, produciendo efectos beneficiosos no sólo en el sistema digestivo e inmunológico, sino también en el resto del organismo.