Habrás escuchado muchas veces que lo que sucede en tu infancia te marca el resto de tu vida. Una infancia difícil puede estar causada por situaciones graves, como maltrato o abuso. También por un padre adicto a alguna sustancia, o con problemas emocionales.
Pero incluso sin llegar a tanto, muchas personas tienen problemas emocionales en su adultez producto de las situaciones que vivieron de chicos. La falta de afecto y de arraigo familiar, aunque no llegue a una situación abusiva, es muy dura para un niño. La sensación de no ser querido y aceptado puede tener tantas consecuencias como situaciones más graves.
Lo bueno es que esos remanentes de la infancia no tienen que quedarse allí para siempre. Hay formas de sanar , y aquí te recomendamos 8 pasos para lograrlo. (A pesar de ello, no reniegues de la idea de hacer terapia si sientes que solo no puedes… ¡Quienes estudiaron para eso, siempre serán los mejores capacitados para ayudarte!)
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1. Identifica la manera en la que te hablas a ti mismo
Muchas veces las personas que se sienten mal, tienen baja autoestima o no están seguras de sí mismas descubren que, casi sin darse cuenta, repiten cosas negativas de sí mismos todo el tiempo.
La mayoría de las veces, son maneras negativas en las que sus padres se referían a ellos. Si quieres mejorar tu autoestima y superar tus traumas, lo primero que debes identificar es: ¿Cómo hablas contigo mismo?
Si descubres que cuando estás a solas con tu mente sólo te repites frases negativas como “eres un fracasado”, “mira lo que has hecho”, “siempre lo arruinas”, o cosas por el estilo, es que ahí es donde hay que empezar a trabajar.
Trata de descubrir esas frases y anótalas en un cuaderno.
2. Reemplaza esos conceptos negativos
Ahora que has descubierto la manera en la que te tratas, debes intentar cambiarla por otra más positiva.
A cada una de las creencias negativas sobre ti mismo que tienes, intenta contradecirla con una frase positiva. Lo mejor que puedes hacer en este punto es tratar de sustentar las frases positivas con hechos, que les den mayor fuerza.
En el cuaderno donde escribiste todo lo malo que te dices, al lado de la frase “soy un fracasado”, escribe: “Soy una persona que ha conseguido grandes logros, como…” y escribe tus mayores logros.
Así con cada uno. Puede ser difícil al principio, porque tienes las ideas viejas muy arraigadas, pero irá fluyendo a medida que sigas escribiendo.
3. Construye un nuevo conjunto de creencias
Ahora que ya has eliminado y cambiado tus creencias negativas, profundiza en las cosas positivas sobre ti mismo que has escrito.
Elabora una lista de tus talentos y virtudes. Encuentra en lo que eres bueno. Descubre lo que te hace sentir orgulloso de ti mismo.
Escríbelo todo, ahora que has dejado atrás las creencias negativas.
4. Olvídate de la culpa
Una de las peores consecuencias para personas que han sufrido una infancia difícil es la culpa. Las personas que han tenido dificultades de pequeños muchas veces temen no dedicarse al 100% al bienestar de los demás.
Así, viven detrás de las necesidades de otros. Siempre están pidiendo disculpas, incluso por cosas por las que no deberían hacerlo. Y sobre todo, siempre están preocupados de que sus palabras o acciones no molesten o hieran los sentimientos de los demás.
Todo esto hace que realmente no puedan vivir libremente. Eso es lo que tienes que superar.
Si tú ya tenías organizado todo tu día de manera eficiente, y alguien te pide un trabajo urgente, no debes sentir culpa por decir “hoy no puedo”. Ser honesto no es ser malo o desaprensivo.
5. Hazte consciente de tus sentimientos
Al momento de tomar decisiones, o cuando te sientas mal y no entiendas por qué, tómate un momento para reflexionar sobre tus sentimientos.
Muchas veces la consecuencia de una infancia traumática es cerrar el corazón a los sentimientos. Tenerlos es ser débil.
Sin embargo, eso no es así, y debes aprender a estar en paz con tus sentimientos si pretendes superar tus problemas.
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6. Déjate consentir
Seguramente, por esas creencias negativas que traías de la infancia, te ha costado sentir que mereces aquello que te hace bien.
Justamente, es posible que sientas culpa por hacer cosas que te gustan. Ahora que estás tratando de desterrar la culpa de tu mente, es un buen momento para aprovechar a hacer cosas que te gustan.
Esas cosas que te hacen feliz a ti y a nadie más. Salir a dar un paseo una vez por semana, ir al teatro, bailar en tu casa… Lo que sea, mientras sea lo que más deseas hacer.
Sanarte significa darte el cuidado gentil que te perdiste mientras creciste.
7. Ponte metas personales
No sirve “ser buena madre”, “buen marido”, “buen amigo”. Ponte metas que te involucren a ti mismo y solo a ti. No a los demás.
Encuentra el propósito en tu vida, que te haga sentir satisfecho a nivel personal. Luego, no está mal que desees ser una buena persona con los demás.
Pero tu infancia difícil te ha llevado a poner a los demás siempre por delante. Tómate un momento para decidir por ti mismo qué es lo que te hará sentir realizado.
8. Evalúa tus relaciones
Es posible que el ambiente en el que creciste esté condicionando la manera en la que te relacionas en la actualidad. Para saberlo, evalúa tus relaciones personales.
¿Se repiten en ella viejos patrones? Si sientes que te rodeas de personas que no te aceptan como eres, que permanentemente te exigen más de lo que puedes dar, aumentan tu culpa y te hacen dudar de tu autoestima, es posible que estés repitiendo los patrones traumáticos de tu infancia.
Cuando descubres personas a tu alrededor que te llevan a repetir patrones como esos, trata de alejarte o darles menos espacio en tu vida.
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