Se acerca un eclipse de luna penumbral, momento en que la luna entra en parte en la órbita de la sombra que despliega la Tierra con respecto al sol.
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Nuestros procesos internos y externos pueden sentirse acelerados o exaltados. También puede que nos sintamos con mucha más energía o con mucho más cansancio, o con la energía especialmente cambiante.
Los eclipses lunares son la única forma que tenemos de literalmente ver nuestra sombra terrena reflejada en la superficie lunar. De este mismo modo, representa un buen momento para ver y hacernos cargo de nuestras sombras, esas caras que rechazamos y no nos gusta reconocer en nosotros, ni en los otros.
Lo oculto sale a la luz. Secretos y silencios adquieren un nombre. Lo presente se hace más evidente. El eclipse no inventa nada, simplemente visibiliza con más claridad aquello que ya estaba, aquello que está.
Se abre el eje géminis-sagitario, la relación que tenemos con el conocimiento y el aprendizaje, las ideologías y las creencias, y los viajes y lo extranjero (lo diferente) para nosotros.
Estamos viviendo como humanidad un momento en que todo esto se ve exacerbado, afectado y cuestionado. Ya no podemos movernos y viajar como hacíamos antes. Pasamos de sentir que teníamos todo bajo control a no saber cómo enfrentar un virus que nos obliga a cambiar toda nuestra manera de ver el mundo y de vivir. Frente a esto, aparecen diferentes miedos, perspectivas y formas de actuar, muchas veces manifestándose y chocando.
Es una gran oportunidad para aprender. Soltar “la verdad” para abrirnos a escuchar y aprender a respetarnos. Estamos descubriendo que no sabemos, que no tenemos ni idea de cómo enfrentar este nuevo tiempo, y en eso estamos todos en la misma. Lo nuevo nos exige respuestas nuevas, respuestas que tenemos que crear porque aún no tenemos; ser creativos, reinventarnos y crecer desde este no saber. Ya no hay espacio para la omnipotencia, tampoco para las soluciones del pasado.
Es un momento sensible y complejo. Encontrarse con la fragilidad de la vida, la muerte, la imposibilidad de despedirnos de nuestros seres queridos, el hambre, la necesidad de trabajar, el miedo a que nuestra familia se enferme o pase hambre, la pérdida de la libertad, y tantas otras situaciones extremas ocupan el primer plano para muchos hoy.
Nos encontramos en un mismo océano de humanidad pero no estamos todos en el mismo barco. ¿Es posible no juzgarnos tanto?
¿Dónde nos paramos frente a aquel que piensa o sentimos distinto? ¿Qué lugar juega la soberbia en nosotros? ¿Nos paramos al mismo nivel o lo juzgamos poniéndonos en un nivel superior?
Es tiempo de cierres e inicios, tiempo de soltar, también soltar la verdad. Esas creencias que nos dan seguridad pero a la vez obturan nuestra visión y capacidad de ver y aprender algo nuevo.
Es difícil. No nos han enseñado a aprender, siempre hemos tenido que saber, pero ahora que el mundo no sabe podemos empezar a conocer, abrir puertas, crecer con lo nuevo. Confiemos, es momento de aprender a aprender.