Prehistórico: científicos argentinos del CONICET hallaron una especie inédita de mamífero hervívoro, que vivió casi 18 millones de años en la puna de Catamarca. El descubrimiento, que fue dado a conocer en la revista internacional Journal of Systematic Palaontology por especialistas del CONICET de distintas partes de la Argentina, aporta ricos conocimientos en torno a la familia Mesotheriidae, un grupo de ungulados que jugó un papel predominante en la fauna del continente en el transcurso del Mioceno (hace unos 23 a 5 millones de años).
Estudiosos del Conicet brindan nuevas pistas para entender cómo se regeneran las plantas
El investigador del Instituto Superior de Correlación Geológica (INSUGEO, CONICET-UNT), Matías Armella -quien participó del proyecto- afirmó que tras el hallazgo y el rescate paloentológico del fósil, se pudo conocer que el animal llegó a pesar hasta 15 kilos, se alimentaba de plantas de hojas duras y era un especialista en excavar y roer.
“Lo que hallamos es un paladar casi completo con dientes bien preservados que presenta una mosaico de características únicas, compartidas tanto con los mesotéridos antiguos como con los modernos”, explicó el investigador en un comunicado oficial de CONICET.
características de la especie
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Según determina el organismo científico nacional, la familia Mesotheriidae está compuesta por una variedad de mamíferos herbívoros ya extintos que habitaron América del Sur desde hace aproximadamente 30 millones de años hasta su extinción, hace unos 70 mil años. Eran animales distinguidos por una notable diversidad morfológica, con características que combinaban rasgos de roedores, como el carpincho, y de marsupiales, como los wombats.
El hallazgo de un animal extravagante
El fósil fue descubierto por los geólogos y geólogas Julieta Suriano, Andrés Echaurren y Lucas Lothari, del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA, CONICET-UNCUYO), durante un relevamiento geológico en la Formación Potrero Grande, en una zona geográfica de montañas que se elevan por encima de los 3900 metros de altura.
Le designaron el nombre científico de Ichhutherium wayra, en referencia a las condiciones climáticas propias de la región andina donde se produjo el hallazgo. Surge entonces de la combinación de dos términos de la lengua quechua: ichhu, que significa pasturas bajas o pasto de puna; y wayra, que hace alusión al viento; más therium, que traducido del griego significa bestia.
"Se trata de una nueva especie de ungulado que presenta una combinación de características hasta el momento no registradas", remarcó Armella, y agregó: "Nuestros análisis indican que divergió tempranamente en el contexto del grupo de los mesotéridos”.
Entre algunas de las adaptaciones singulares de estos animales prehistóricos —asociados con los actuales ungulados, que se caracterizan por tener pezuñas, como los caballos, las vacas, los ciervos y rinocerontes—, se destaca la capacidad que tenían para excavar, roer y alimentarse de diversas plantas, como algunas de sus funcionalidades necesarias para evolucionar en diferentes ecosistemas sudamericanos de la época.
Rescate paleontológico y colaboración científica
Tras la documentación del descubrimiento y el registro de la ubicación exacta del ejemplar, mediante herramientas de georreferenciación, la investigadora del IANIGLA Esperanza Cerdeño se contactó con el grupo de Paleontología de Vertebrados de la Fundación Miguel Lillo (FML), en Tucumán, con el objetivo de coordinar esfuerzos y realizar las tareas de rescate paleontológico.
La pieza se situaba en una roca y a primera vista fue identificada como un fragmento del cráneo del animal. Los especialistas de IANIGLA junto a otros destacados paleontólogos de FML tuvieron que trabajar en arduas condiciones, debido a lo aislado del lugar y su altitud.
En rigor, la planificación del rescate paleontológico fue realizable gracias a un complejo trabajo logístico, como consecuencia de las extremas condiciones climáticas y geográficas de la puna de Catamarca.
El lugar del hallazgo, ubicado en las Sierras del Potrerillo, se encuentra a una altitud de entre 3900 y 4000 metros sobre el nivel del mar, lo que significa no sólo dificultades en el acceso, sino también en las actividades debido a la marcada amplitud térmica, con temperaturas que pueden oscilar entre -15°C y 30°C. La campaña demandó cinco días y su sumaron como colaboradores la investigadora de la Unidad Ejecutora Lillo (UEL, CONICET-FML), Judith Babot; y Daniel García-López y Carolina Madozzo Jaén, colegas de Armella en el INSUGEO.
Las tareas de campo se cumplieron con éxito, ya que a partir de ellas se logró la extracción completa del ejemplar fósil y se avanzó con la prospección de otros sitios potencialmente fosilíferos de la región.
Fuentes: https://www.infobae.com/
https://www.pagina12.com.ar/