¿Qué estamos haciendo con el planeta Tierra y sus habitantes? La luna está llena en Leo, signo del Yo y la diferenciación, y el sol está brillando en Acuario, signo de la conexión en red. ¿Pensamos a modo de sol o a modo de constelación? Somos ambos, y a la vez solemos priorizar una de las dos miradas, por lo general la solar. Nosotros nos sentimos el sol y todo lo demás gira a nuestro alrededor.
Acuario nos invita a mirar distinto. A salir del centro y conectar con otro orden. Ir más allá, mirar hacia adelante y ver lo que ni siquiera podemos imaginar.
Desde 2018 y hasta 2026, esta energía y su planeta regente, Urano, se encuentran en especial relación con nuestro cuerpo y nuestra tierra. Urano en Tauro nos pide que prestemos atención a lo que venimos haciendo con ellos; que tomemos mayor consciencia de cómo nos estamos habitando y estamos habitando el único planeta que tenemos.
Si lo seguimos tratando como venimos haciendo, nos seguiremos encontrando con más de lo mismo y cada vez peor: más animales muertos, menos aire limpio, más inundaciones, más personas sin comida ni hogar. Es decir, mayor número de refugiados y más conflictos socioeconómicos; más enfermedades, más guerras y más muertes.
Por otro lado, la contaminación sigue empeorando. Los desequilibrios que generamos en el ecosistema van rompiendo la cadena trófica, ese vínculo del que todos formamos parte, desde la abeja hasta el ser humano, equilibrio inteligente y vital, que si se sigue rompiendo terminará con la vida de cada vez más especies hasta alcanzar la vida de la humanidad.
Tanto de un lado como del otro, la vida humana se encuentra en peligro. Escribo esto y siento que es egoísta hablar del peligro de extinción de la humanidad como el mayor peligro, en vez de nombrar a las flores o las ballenas. Pero a la vez siento que somos una especie egoísta que solo está dispuesta a cambiar si de su propio malestar se trata.
El ser humano se sintió y se siente superior a las demás y con el derecho de “conquistar” todo aquello que considera sin dueño, y a veces hasta lo que tiene dueño también. Cada uno, un mal entendido rey de la selva. Mal entendido, porque el rey no es dueño, en realidad es siervo. No hace lo que quiere, sino que está atado a hacer lo que se espera de él. Es todo, menos libre.
Y en esta confusión de mal entendidos reyes nos creemos amos de la vida y nos olvidamos que es la vida la que es nuestra ama. No solo dependemos de la nuestra sino también de toda la vida que nos rodea. Somos dependientes. Somos y existimos gracias a otros. Si no tenemos cuidado y nos revisamos, moriremos en manos de nuestra propia soberbia y omnipotencia. ¿Será eso lo que buscamos?