Para muchas personas, los perros no son más que otros animales, pero para otras, son seres queridos y parte inseparable de la familia, cuya partida es sumamente dolorosa.
Todos sabemos que los perros viven menos años que los humanos, y que lo más probable es que los veamos morir en algún momento. Aunque los dueños tienen esto bien claro, la muerte de un compañero fiel y cariñoso puede ser un golpe emocional bastante duro.
De hecho, un grupo de psicólogos ha determinado que la muerte de una mascota puede ser tan dolorosa como la de un ser querido humano. Ahora, Brian Hare, antropólogo y especialista en perros, nos explica cómo los canes se convirtieron en animales tan fieles y por qué nos cuesta tanto superar su partida.
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Por qué se establece una conexión emocional
Hare publicó el libro La genialidad de los perros: cómo los perros son más inteligentes de lo que crees. Allí explica que, luego del proceso de domesticación, ellos desarrollaron una inteligencia más sofisticada que la de sus antepasados, los lobos.
“La domesticación le dio a los perros un nuevo tipo de inteligencia social”, indica Hare. Su teoría echa luz sobre cómo estos animales cuentan con habilidades sociales y tienen más que ver con otras personas que con otras especies.
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Con el tiempo, los perros se convirtieron en especialistas en detectar los estados de ánimo de sus dueños, y aprendieron a aplicar medidas para ayudarnos a sentirnos mejor. Por eso a veces se sientan a nuestro lado, o se tumban frente a nosotros, o nos miran fijamente cuando sienten que estamos tristes.
Está demostrado que los perros mejoran nuestro estado de ánimo, disminuyen la ansiedad y el estrés, y potencian nuestra autoestima.
Cómo afrontar el duelo
Este nivel de conexión emocional efectivamente convierte a los perros en un miembro más de la familia, y como tal experimentamos los mismos síntomas cuando los perdemos: negación, ira, depresión y aceptación.
Sin embargo, la intensidad de los sentimientos puede variar de persona a persona dependiendo de las experiencias compartidas con su mascota. Si fue el primer perro o la primera mascota, si se han compartido ciertas experiencias emocionales con ellos a lo largo de los años, etc.
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Todos estos factores hacen que la pérdida sea más dolorosa. Ante estos casos, los expertos consideran que lo mejor es rodearse de personas que entiendan el dolor y que nos tratarán de forma compasiva.
Hay que evitar a los que minimizan o ridiculizan el dolor de perder a una mascota, y buscar a los que hayan pasado por una experiencia similar. Como alternativa, podemos tratar de exponer las razones por las que nos afecta tanto la partida de nuestro compañero a los que ven a los perros como animales que no merecen que los lloren.
En caso de querer adoptar otra mascota, es importante tomarse el tiempo adecuado para recuperarse de la pérdida. Lo mejor es que sea físicamente diferente y, sobre todo, nunca hay que colocarle el mismo nombre.
El parecido físico y el nombre compartido atraerían comparaciones con la mascota anterior, que nos evitarían formar un vínculo adecuado. Un perro nunca va a ser igual que el anterior y hay que reconocer esto para poder entablar la relación más saludable posible con nuestros compañeros.
¿Tuviste que enfrentar la pérdida de una mascota alguna vez? ¿Qué te ayudó a superar el dolor? Cuéntanos en los comentarios.
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