Quizás hayas escuchado hablar del libro “Los cuatro acuerdos”; o lo hayas leído o visto frases en las redes sociales. En cualquier caso, encontrarás en él valiosas recomendaciones para que la vida funcione mejor en todos sus ámbitos: familia, amigos, relaciones, trabajo, abundancia, salud y bienestar en general.
Desde mi perspectiva, es un material valioso, profundo y sencillo de entender, aunque desafiante a la hora de poner en práctica. En mi experiencia, me ha llevado más de diez años de ejercitación que aún continúa.
Miguel Ángel Ruiz (1952) es un autor, escritor y orador mexicano de textos y temas de espiritualidad, influenciado por otro gran autor y pensador, el antropólogo peruano Carlos Castaneda (fallecido en 1998).
Su obra más influyente es Los cuatro acuerdos, que están basados en lo que Ruiz transmite como sabiduría tolteca, cultura precolombina que dominó en el norte del altiplano mexicano entre los siglos X y XII. La edición original fue publicada en 1997 y ha vendido más de 4 millones de ejemplares.
El valor de los cuatro acuerdos
Según desde dónde lo observes, los cuatro acuerdos se expresan de manera sumamente simple, y muy profunda a la vez.
Esta doble mirada permite que la persona que está buscando respuestas a algunos de sus dilemas de la vida, las encuentre en lenguaje sencillo y ameno; y quien busque profundizar, hallará muchos niveles para seguir buceando.
Los cuatro acuerdos son:
Sé impecable con tus palabras.
No tomes nada como personal.
No adivines ni supongas.
Haz siempre lo máximo, lo mejor que puedas.
Como siempre comparto, la clave es ir más allá de leer un libro: se trata de llevarlo a la práctica diaria en todo momento.
PRIMER ACUERDO: SÉ IMPECABLE CON TUS PALABRAS
Las palabras crean estados de consciencia; y estos determinan tus pensamientos, que, a su vez, se manifiestan en los resultados.
Más allá de tu idioma, cultura y experiencias, es el lenguaje que utilizas lo que conforma tu manera de representarte el mundo. Tus ideas, anhelos, metas, propósitos; tus relaciones, vínculos y dones. Todo se manifiesta a través de la palabra.
Como sabes, pueden construir enormes sueños y beneficios para la humanidad; o destruir con su carga de miedo, rencor, frustración, enojo y opiniones mal intencionadas. Esto significa que las palabras no son inocentes, y están cargadas de significado.
La palabra “impecabilidad” significa que no hagas cosas que vayan en contra de ti. Ser impecable es asumir tu responsabilidad personal; cumplir todos y cada uno de tus compromisos (empezando por los que asumes contigo, y luego con los demás); y, a la vez, canalizar el don de la palabra en forma constructiva y positiva.
Por ejemplo, entrar en el chisme, en la opinión agresiva en redes sociales, no produce ningún resultado virtuoso: por el contrario, dejas fugar enormes cantidades de tu energía vital a través de lo que dices, escribes e incluso cuando piensas en ideas a través de las palabras que le pones.
En lo que piensas (y lo que dices, es decir, lo que declaras) es en lo que te conviertes.
Para incorporar el primer acuerdo: habla menos y haz más. Sobrepasa tus propias expectativas respecto al cumplimiento de tus compromisos. Cuida tus pensamientos. Evalúa antes de hablar. Escucha el 70% y habla sólo el 30%. Busca tener más precisión en tu lenguaje para expresar adecuadamente todas tus ideas. Evita herir y enfócate en elevar y aportar valor en tus interacciones con los demás. Descarta toda comunicación agresiva de tu vida.
SEGUNDO ACUERDO: NO TOMES NADA COMO PERSONAL
La mayoría de las personas asume que cada cosa que pasa está diseñada para ellos; a favor o en contra. En las cuestiones a favor, no hay mayor problema: todo encaja. El asunto empieza cuando la gente siente que todo lo que les pasa o sucede, los hechos del mundo y de su entorno, son “en su contra”. “El mundo está en mi contra”, se dicen.
¿Te imaginas entonces lo que sucede? Efectivamente: pareciera que el mundo empieza a disparar munición gruesa sobre dicha persona.
Sin embargo, es el ego de las personas el que produce enojo, frustración, y un gran desgaste emocional al intentar luchar contra las opiniones y situaciones del mundo que pueden envenenar tu vida.
Todo parte de que el ego quiere darte aires de mayor importancia; por lo que, si te muestras excesivamente focalizado en la opinión de los demás, creas inconscientemente una cierta dependencia a la aprobación (o no) del otro. De esta forma estarás atrapado en esa emoción que tú mismo has generado.
El sentirte el centro del mundo se llama de muchas formas: egocentrismo, egoísmo, arrogancia. Son matices de la misma expresión cuando haces y piensas que todo gira a tu alrededor.
Cuando Miguel Ruiz, en Los cuatro acuerdos, sostiene “No tomes nada como personal”, significa que este paso será crucial para sentirte un ser libre, fuera de la domesticación de la educación, los dogmas y condicionamientos sociales y culturales que arrastras en tu vida.
Este punto no se trata de que aceptes todo sin que te impacte, sino de que entiendas que el problema aparece cuando le das entidad a “eso” que dice o hace la otra parte, y dejas que tus emociones se desbalanceen.
Por ejemplo, cuando te ofendes por nada, reaccionas de formas generalmente inapropiadas, incluso exageradas. Esto surge por querer tener razón en vez de elegir ser feliz.
Visto de otra forma, cada vez que quieres cambiar la opinión o comportamiento de alguien, te frustras, porque apenas puedes cambiar tú: es imposible cambiar a la otra persona si ese otro ser no lo quiere hacer. En todo caso, podría cambiar a su ritmo de evolución.
Este principio de la sabiduría que transmite el autor te invita a que dejes de asumir las cosas literalmente, y a que veas que no es necesario que libres todas las batallas. Puedes escoger cuáles asumir para intercambiar posiciones, defender ideas que consideras apropiadas y expresar lo que piensas, siempre desde tu perspectiva, y sin tomarte como personal lo que diga o haga el otro.
Este segundo acuerdo es el que provoca gran parte del sufrimiento en la vida, ya que, por lo general, te muestras demasiado susceptible a todo lo que digan o hagan alrededor tuyo. Ahora ya sabes: asumiendo una perspectiva mayor de las situaciones y cuestiones -incluso las que te involucran directamente-, podrás no engancharte emocionalmente, respetar las posiciones de los demás. Esto no implica necesariamente justificarlas; aunque sí entenderlas desde una mirada completamente diferente e integradora para tu bienestar. Desde este lugar irradiarás lo mismo a tu alrededor.
Para incorporar este segundo acuerdo: aprende de las diferencias con los demás; integra y respeta las decisiones de otros. Entiende que el otro es “un otro” con sus propios problemas, creencias y dificultades. Si algo te molesta, busca el espacio apropiado y exprésalo claramente desde tu perspectiva (apoderándote de tu comunicación, no echando culpas a los demás). No busques imponer por que sí tus deseos por sobre las opiniones de los demás. Considera siempre el bien mayor de todos en cualquier situación. Evita vivir desde el ego: aprende acerca de la compasión, la humildad, la escucha consciente, la apertura mental para vivir mejores experiencias. Esto te ayudará a tener más paz en todos los aspectos.
TERCER ACUERDO: NO ADIVINES NI SUPONGAS
Otra fuente de malestar interior, emocionalidad extrema, destrucción de tu auto estima y valor, y deterioro de tu poder personal, es vivir haciendo suposiciones.
¿Cuántas veces has pasado días, meses o años elucubrando cuestiones que nada tenían que ver con la realidad de las cosas? ¿Cuántas veces has agigantado un desafío dentro tuyo, y, cuando lo afrontaste, era completamente diferente a cómo lo habías imaginado? Y, en otro aspecto: ¿has conocido personas a las que le has dado apenas unos cinco o diez segundos para descartarlas de tu vida?
Todo esto sucede porque supones más de lo que te permites vivir las experiencias para confirmarte tu percepción formada y sustentada.
Suponer algo, en términos de tener un pálpito o corazonada, no es el problema: el asunto es cuando crees que es verdadero, incluso sin haberlo chequeado ni observado en perspectiva, ni cotejada información alguna.
Cuando supones, partes de una base incorrecta, porque de antemano crees y asumes que tienes la verdad absoluta sobre algo. Es más: dejas de distinguir qué es una presunción, hasta el punto de dar por hecho que algo es real… sin siquiera haberlo comprobado o experimentado.
El proceso de suponer es inconsciente y forma parte de los sesgos cognitivos del cerebro. Un sesgo es un atajo que toma tu proceso cerebral intentando encontrar una vía de escape o solución rápida. Por lo general, se basa en un impulso rápido por el que asocias información basada en tu experiencia de vida, y la conectas con esa situación actual, apresurándote a tomar el atajo (sesgo) para sacar conclusiones rápidas. Como puedes observar, eso no trae un resultado certero, ya que partes de lugares equivocados y de querer controlar las situaciones al intentar precipitarlas a la velocidad en que lo exige tu dinámica emocional.
Para incorporar este acuerdo: haz más preguntas, sé paciente, reflexiona, conecta mejor con las demás personas. Evita suponer aplicando la escucha activa y la comunicación asertiva. Releva los hechos, enfría tus emociones durante al menos tres días antes de actuar compulsivamente.
CUARTO ACUERDO: HAZ SIEMPRE LO MÁXIMO, LO MEJOR QUE PUEDAS
Cuando hablamos de “ser la mejor versión de uno mismo”, significa que empezarás a vivir tu vida de una manera que tenga sentido para ti, y que, a su vez, puedas transformar tu entorno a partir de tus acciones.
Este acuerdo propone que te muevas hacia el rasgo de la excelencia. Muchas personas buscan la perfección en sí mismas y en el mundo: eso no existe en este plano físico. Por lo que sí podemos aspirar a ser excelentes.
Ser una persona excelente es más que ser impecable; significa expresar continuamente y en todos los aspectos de la vida tu mayor compromiso hacia la calidad total de tus pensamientos, palabras y acciones.
Hacer el máximo esfuerzo es salir de tu zona conocida, para expandirte un poco más allá, alimentándote de energía para alcanzar un nivel superior de excelencia en todo lo que realices.
Hacer lo mejor que puedas es dar siempre tu 100%. El 99,9% no es el ciento por ciento de lo que puedes dar. Hay una diferencia.
Cuando tienes la creencia de que eres “El Llanero Solitario” o “Robin Hood” en un mundo sumamente desigual y te sientes solo, recuerda que si cada uno de nosotros hace su parte esforzándose al máximo, este planeta tardaría muy poco tiempo en transformarse en forma positiva.
Todo lo que se requiere de tu lado es que hagas, siempre y en todo momento y lugar, tu máximo esfuerzo. Es dar un poco más de lo habitual. Es salir de la comodidad de restarle importancia a las cosas y hacerlas rápido para sacártelas de encima. Es tomar una elección consciente de ser una mejor persona cada segundo de vida.
Para incorporar este acuerdo: practica dar un poco más cada día; esforzarte en aquellos aspectos que necesitas mejorar. Inspírate en personas que ya lo hicieron: hay millones de fuentes de información disponibles. Conversa con personas que sean ejemplares según tu perspectiva. Aprende de las biografías, películas que te eleven y experiencias donde aprendas. Ante el fracaso, revalorízalo con el aprendizaje que te ha dejado. Descubre la fuente inagotable de tu poder personal para ser más excelente cada vez en todos los planos de tu vida.
Eres más grande de lo que imaginas. Muchas veces tiendes a definirte a través de tus problemas o de los fracasos. Cambia tu perspectiva, empieza por practicar el primer acuerdo, afiánzalo en lo cotidiano en tu vida; y luego, integra el siguiente y así hasta el final. Observa cómo vas evolucionando y cambiando tu forma de ser y tu perspectiva de vida paso a paso.
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