Si quieres disfrutar de un pequeño trozo de naturaleza en tu hogar, puedes hacer un eternal terrarium o terrario eterno. Consiste en añadir una serie de plantas en un tarro de cristal bien sellado, de tal forma que nunca más lo abriremos. Las plantas son capaces de subsistir con los pocos recursos que disponen en su interior.

En los años 60, David Latimer, un aficionado a las plantas, quiso comprobar si eran capaces de subsistir en el interior de un garrafón de cristal. Volvió a abrir el tarro 12 años después de crear el ecosistema para regarlo y lo volvió a sellar herméticamente. Han pasado 40 años y el terrario aún se conserva.

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MATERIALES NECESARIOS

- Grava: necesitamos piedras de un tamaño aproximado a una canica o un poco más pequeñas. El sustrato para acuarios sirve.

- Carbón: algunos trozos de carbón para barbacoa. Debemos romperlos en trocitos pequeños.

- Tierra: según el recipiente que queramos usar, vamos a necesitar más o menos tierra. Lo ideal es que sea de una zona natural y esté humedecida. Por ejemplo, puede ser tierra de la huerta, pues así tendrá vida y podremos ver algún invertebrado caminar por nuestro terrario.

- Plantas: líquenes, musgos, pequeñas plantas que podamos encontrar y que no crezcan mucho.

- Cortezas, palos pequeños, piedras con musgo.

- Pulverizador con agua: si es posible, que no tenga cloro.

- Tarro de cristal: podemos usar un recipiente grande con un tapón de corcho o, en su defecto, algún tipo de cierre hermético.

- Una vela

- Cerillas

Paso a paso

1. Toma el tarro que hayas elegido y coloca alrededor de dos dedos de altura de grava. Ten en cuenta que esto dependerá del tamaño del recipiente. La función de la grava es el drenaje, para evitar que el agua se encharque en la tierra.

2. A continuación, echa un dedo de altura de trocitos de carbón. Su función es mantener a raya a los microorganismos que viven en la tierra y que ayudan a la descomposición. Son necesarios para el ecosistema pero nunca deben haber en exceso.

3. La siguiente capa es de tierra. La cantidad dependerá de lo que queramos plantar. Una buena idea es empezar con musgo y líquenes, que son muy resistentes. Debemos dejar también bastante espacio para el aire, ya que al estar el recipiente hermético, no volverá a entrar aire de afuera.

4. Colocamos las piedras con musgos y ramas que hayamos juntado, y después el resto de las plantas seleccionadas.

5. Con un atomizador, echamos un poco de agua por los bordes del tarro y cerramos.

6. Debemos revisar el tarro durante unos días y fijarnos por la mañana y al atardecer si el cristal se empaña de agua. Si es en exceso, significa que nos pasamos. Con un paño, secamos un poco de esta agua. Si es poco lo que se ve y podemos ver las plantas del interior sin ningún problema, es que está perfecto.

7. Para finalizar, lo cerramos y si es una tapa de corcho lo podemos sellar con cera de vela pasados unos días. Es importante solo hacer esto cuando veamos que la humedad es la ideal.

Muy importante: lo debemos colocar en un lugar donde no reciba luz solar directa, pero sí que tenga claridad.

Como ves, es algo muy sencillo de hacer y es una experiencia que vale la pena, incluso para hacer con niños.

Fuente:

La huertina de Toni