En el mundo hay muchos estudiantes que buscan un sitio donde vivir mientras van a la Universidad; y también hay muchos ancianos que viven en hogares y asilos, sin que una familia los visite. Ambas necesidades, a primera vista, parecen muy distintas y lejanas; sin embargo, una iniciativa ha tenido la idea de unirlas y el resultado ha sido realmente asombroso.
A cambio de 30 horas al mes de tiempo de calidad compartido con ancianos que viven en una casa de retiro en Holanda ("Humanitas"), el asilo ofrece apartamentos pequeños completamente gratuitos para estudiantes.
“Cuando tienes 96 años de edad y un problema en la rodilla, es muy probable que los médicos no pueden hacer mucho. Pero lo que podemos hacer es crear un ambiente en el que te olvides de la rodilla dolorosa. Los estudiantes traen del mundo exterior un montón de calor con el contacto”, señaló el jefe de Humanitas.
Actualmente, son alrededor de seis los estudiantes que comparten el edificio con alrededor de 160 personas mayores; a quienes visitan para charlar, acompañarlos al centro comercial, enseñarles computación, cocinar para ellos, entre otras actividades.
“No sólo no tengo que pagar alquiler, también me gusta trabajar con las personas mayores”, cuenta una estudiante de periodismo de 22 años de edad. “Dado que las habitaciones de los estudiantes son demasiado pequeñas, sucias y caras, esta es una fantástica alternativa". Además, los estudiantes pueden salir y entrar cuando quieran, siempre que no molesten.
Esta iniciativa se encuentra dentro del marco de un proyecto intergeneracional para mejorar la calidad de vida de las personas mayores mediante actividades compartidas con jóvenes, que les aportan energía, creatividad, afecto y compañía. De lo contrario, y como suele suceder, en los últimos años de su vida muchos ancianos permanecen en la soledad y el aislamiento que contribuye a empeorar su condición física.
Ya existen otros programas similares en el mundo: en Francia, por ejemplo, se ha creado un proyecto para que los estudiantes paguen una renta subsidiada si trabajan como voluntarios en casas de retiro.
Sin dudas, ésta es una iniciativa digna de imitar en la que el afecto se intercambia y que, cuando hay cariño, ¡todos ganan!