Los juegos olímpicos tienen históricamente un significado de unión de los pueblos, paz y competencia sana. Pero en los últimos tiempos, se han convertido en un espectáculo, y como tal, en un fenómeno que moviliza millones de dólares y que a veces muestra una cara muy cruel.
Hace pocos días, la noticia de que Juma, una hembra de jaguar que era exhibida en Brasil como parte de las ceremonias previas de presentación de los juegos olímpicos 2016, había sido asesinada por salir del área de seguridad, hizo salir a la luz lo que se esconde detrás del espectáculo.
En medio de esta polémica, Suecia tomó una postura diferente.
Los próximos juegos olímpicos se invierno tendrán lugar en 2018, y los siguientes, en 2022. Su sede se decidió en los últimos días, y finalmente se realizarán en Pekín.
La decisión fue, finalmente, entre únicamente dos ciudades postuladas: Pekín, y Almaty, de Kazajtán. Normalmente se elije entre más ciudades, pero otras cuatro ciudades europeas se retiraron previamente de su candidatura, y finalmente lo hizo Estocolmo, la capital sueca.
Las razones por las cuales la mayoría de las ciudades ha retirado su candidatura tienen que ver con motivos económicos.
Estocolmo también dio esa explicación, pero no necesariamente porque no pudiera invertir ese dinero: sus autoridades explicaron que habían tomado la decisión de invertirlo no en infraestructura para los juegos olímpicos, sino en algo más urgente.
El dinero será finalmente destinado a la construcción de viviendas sociales. "No puedo recomendar a la asamblea municipal dar prioridad a la realización de los juegos olímpicos si hay otras necesidades, como la construcción de viviendas", declaró el alcalde Sten Nordin.
De este modo, además de renunciar a convertirse en sede del evento deportivo, Estocolmo dejó en claro cuáles son sus prioridades.