Aunque el "efecto invernadero" es lo que hace que la temperatura en la Tierra sea apta para la vida, el aumento de estos gases en la atmósfera que dejan pasar la luz y retienen el calor, provocan que la temperatura media del planeta aumente, generando que los vientos y las corrientes oceánicas muevan el calor de manera que algunas zonas se enfríen, otras se calienten, y el régimen de lluvias y nieve se modifiquen. Esto es lo que se llama cambio climático, y es lo que 195 países en la COP21 se comprometieron a modificar de forma positiva.

Ahora, la Organización Mundial Meteorológica, que compila información de fuentes de información como la NASA y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA), nos alerta sobre la urgencia de hacerlo, señalando al 2016 como el año más caliente de la historia, por tercera vez consecutiva. Además, 16 de los 17 años más cálidos registrados corresponden al siglo presente. 

Mayo fue el mes más cálido registrado en la historia, haciendo que, también, la primavera en el hemisferio norte haya sido la más cálida.

Además, según un estudio realizado por expertos de la Universidad de Exeter (Reino Unido), el 2016 fue el primer año con una concentración de dióxido de carbono en la atmósfera superior a las 400 partes por millón. En esto tienen que ver dos factores centrales: por un lado, las emisiones de gases contaminantes; y, por otro, el fenómeno "El Niño" que generó cambios en la temperatura del Océano Pacífico, calentando y reduciendo la humedad de los ecosistemas tropicales, aumentando los incendios forestales y reduciendo la absorción de carbono.

Este aumento de la temperatura desestabiliza la producción de alimentos, afecta a las plantas y los animales, aumenta la escasez de agua, favorece el derretimiento de los glaciares del Ártico y el Antártico, favorece las sequías y los incendios, y produce, a nivel general, un gran desequilibrio ambiental que afecta, especialmente, a las poblaciones más vulnerables.

Según la Organización Meteorológica Mundial, las temperaturas registradas de enero a septiembre de 2016 fueron superiores en 0,88 °C (1,58 °F) a la media (14 °C) del período entre 1961 y 1990. Además, el 2016 fue 0,07 grados más caliente que 2015.

Se registró que los principales gases de efecto invernadero en la atmósfera siguen en aumento, los hielos del Ártico permanecieron muy bajos, hubo un nivel de deshielo importante, se  incrementó el calor oceánico, aumentó el nivel del mar por encima de lo normal; hubieron inundaciones, olas de calor, y catástrofes como el huracán Matthew, el fenómeno más mortífero del 2016 con 546 muertes confirmadas y 438 personas lesionadas en Haití. 

El revés de estos fenómenos es, además, el aumento de las migraciones y el incremento de los conflictos por los recursos, cada vez más escasos; además de los daños a la agricultura y, por ende, también a la seguridad alimentaria. 

¡Es hora de actuar!