Para el pueblo hawaiano, quien acumulara emociones negativas y quien libraba batallas internas en soledad, terminaba enfermando.

Así, para evitar ese malestar que conducía a un sinfín de dolencias físicas y psicológicas, los hawaianos llevaban a cabo una maravillosa práctica (o ritual hawaiano) que fue recogida y descrita por David Kaonohiokala Bray, un sacerdote que popularizó y mostró al mundo gran parte de esta cultura nativa.

Según esta propuesta, en la vida hay que aprender a dejar ir porque al soltar damos paso al propio potencial. Tras ello, hay que sonreír, permitiéndonos de este modo conectar con nuestro interior para generar optimismo y confianza.

Las bolsas negras y la necesidad de dejar ir

Cuando algún miembro de la comunidad pasaba por un mal momento, el grupo se reunía y llevaban a cabo la ceremonia de la bolsa negra. Se trataba simplemente de que esa persona enumerara en voz alta todo lo que le molestaba, preocupaba o temía. Cada pensamiento se simbolizaba con una piedra que más tarde se introducía en ese objeto.

Después, dicha bolsa se enterraba en un lugar secreto. Solo cuando ese miembro de la comunidad hubiera llevado a cabo la regla de las tres “eses” se procedería a simbolizar la liberación y la destrucción de la bolsa negra. Y para ello, el primer paso era aprender a dejar ir.

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Para esta práctica también era clave hacer una “limpieza emocional”, ser capaces de limpiar y dejar ir esas emociones que nos aprisionan, que nos “ensucian” por dentro.

Sonríe de forma sincera

El siguiente paso de la regla de las tres “eses” es sonreír. Cuando uno se atreve a liberar las emociones negativas y romper lazos respecto a lo que ya no es útil o no beneficia, lo que experimenta muy a menudo es vacío.

Es como quedar suspendido en el aire. Somos conscientes de que a nuestras espaldas ha quedado mucho equipaje, muchas piedras sorteadas en el camino. Y para evitar que ese vacío o ese lienzo en blanco nos asuste, hay que atreverse a sonreír. Hay que abrazar con optimismo lo que tenga que venir.

Siente el placer de la libertad

La última clave de la regla de las tres “eses” es la más esperanzadora: sentir la libertad.

¿Cuándo fue la última vez que nos sentimos verdaderamente libres? Esta sensación arrolladora surge cuando no hay pesos en el interior. Cuando no hay bolsas negras que ocupen nuestros pensamientos. Que atenacen nuestro cuerpo quitándonos la salud.

Sentir es abrazar el presente, es confiar en uno mismo, es escucharse y sintonizar con lo que está ocurriendo. Sentir es vivir sin miedo y eso es en lo que deberíamos trabajar en nuestro día a día tal y como lo hacía la antigua comunidad de hawaiana. Porque solo cuando la persona llegaba a este último paso, el de sentirse libre emocionalmente, el grupo volvía a reunirse para destruir esa bolsa negra donde se contenían sus pesares, sus miedos, sus iras y bloqueos.

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Así que ahora que lo sabemos, tal y como lo hacia el pueblo hawaiano, apliquemos la regla de las tres “eses” en el día a día y liberémonos de toda carga para vivir la vida en plenitud.

Fuentes:
La Mente es Maravillosa
El Quid de la Cuestión