Posiblemente alguna vez hayas estado mucho tiempo pensando por qué tal persona se comporta de esa manera contigo, por qué tiene aquella actitud que tanto te molesta, o por qué te dice eso que para ti no tendría ni que haberlo pensado.
Pero aunque le busques todas las explicaciones posibles, e intentes una y otra vez colocar en ella todos los causantes de tu malestar, la respuesta solo la hallarás en tu interior. Aquello que el otro te muestra no es más que a lo que a ti te molesta de ti mismo.
Cuando llegamos al mundo, no conocemos división entre nosotros y aquello que nos rodea. Todo es un conjunto perfecto del que formamos parte. Pero a medida que nos desarrollamos, comprendemos que tal plenitud no existe.
Cuando el bebé se encuentra ante el espejo reconoce en su reflejo su propia imagen. Éste estadío es fundamental para que el "yo" pueda formarse y así afirmar la propia identidad. Pero esa afirmación no podría hacerse sin la imagen de un "Otro". Y es ahí donde experimentamos por primera vez una falta que nunca podrá anularse, que es constitutiva y nos produce angustia.
Al crecer, de la misma manera que hicimos con el espejo, volvemos a proyectar sobre el otro nuestros propios conflictos, procesos internos, situaciones o sentimientos bloqueados. Esto se conoce como "proyección psicológica" y nos permite, a modo de defensa, atribuir a otros sentimientos, pensamientos, creencias acciones propias que nos resultan inaceptables. De esta manera, aquello que significa para nosotros una amenaza o un conflicto emocional quede aparentemente, por fuera, protegiéndonos y manteniéndonos a salvo.
Pero no es así. Eso que proyectamos a los demás y al entorno solo es nuestra propia realidad interior.
Por eso, meditar, reflexionar, analizar y re-pensar sobre esto puede ayudarnos a descubrir cómo somos y qué es aquello frente a lo que necesitamos protegernos. Lo que nos trae el otro es solo un reflejo de cómo somos en realidad, aunque no lo querramos ver.
Asumirlo y trabajarlo para transformarlo es la clave para vivir sin tanta queja ni culpas, comprender mejor a los demás y ir en busca de aquello que deseamos.