Unmetafórico reloj creado a finales de la década de los 40 es actualizadoanualmente para "predecir el fin del mundo". No se trata de algo científico sino simbólico, pero cada vez parece que estamos más cerca del final.
[Tambiénte puede interesar: ¿Escierto que un asteroide muy peligroso podría impactar contra la Tierra en febrero?]
¿Qué es el “reloj delapocalipsis”?
ElReloj del Apocalipsis, también llamado "del Juicio Final", es un reloj simbólico, mantenido desde 1947por la junta directiva del Bulletin ofthe Atomic Scientists (Boletín de Científicos Atómicos) de la Universidad de Chicago (EE. UU.), queusa la analogía de la especie humana estando siempre "a minutos de lamedianoche", donde la medianocherepresenta la "destrucción total y catastrófica" de la Humanidad.
Inicialmente,la analogía representaba la amenaza de guerra nuclear global, pero desde hacealgún tiempo incluye el cambio climático,y todo nuevo desarrollo en las ciencias y nanotecnología que pudiera infligiralgún daño irreparable.
Actualización
Lasmanecillas de este reloj han sidoajustadas en más de veinte ocasiones, con márgenes de 2 a 17 minutos, loscuales reflejan la preocupación de los científicos que lo concibieron ante elpeligro de un conflicto nuclear al inicio de la Guerra Fría.
En1953 también marcó dos minutos antes de la hora límite, pues se habíanrealizado pruebas de armas termonucleares tanto en Estados Unidos como en laUnión Soviética.
Ese año, y ahora 2018,estuvo más cerca de la medianoche que durante la Crisis de los Misiles en Cubaen 1962, cuando se mantuvo a siete minutos de la hora final pesea que muchos creen que debía haberse movido.
Estemetafórico reloj marcaba las 23:57 con 30 segundos el año pasado, tras las amenazasnucleares que enfrentaba el mundo, pero lefueron añadidos 30 segundos más este año, dado que la preocupación global por la tensión entre Corea del Norte y Estados Unidos, que involucra amenazas nucleares, se sigue acrecentando.
Nunca mejor dicho: es hora de que la humanidad, y sobre todo quienes tienen el poder, tomen consciencia de lo cerca que podemos estar de un conflicto que provoque daños irreparables y del que no haya vuelta atrás.