Desde tiempos muy antiguos, el Sol tuvo un lugar central en la vida de las comunidades que nos precedieron. Los Incas lo tomaban como su máxima deidad y cada solsticio de invierno realizaban en la capital del Imperio la fiesta del "Inti Raymi" en su honor, la festividad religiosa más importante para la cultura andina.
Se celebraba a mitad del mes de junio, al final de la cosecha, e implicaba el comienzo de un nuevo año, de la mano de un nuevo ciclo agrícola. Se solía hacer en la plaza Hucaypata (Plaza de Armas del Cusco) y tenía una duración de 15 días.
Por eso, como explica Marcela Guerra Guerra, cantora andina warmi jampiri: "Del 21 al 24 de junio celebramos el Inti Raymi. La fiesta del sol, el solsticio de invierno, el musuq wata antikunaq o año nuevo andino".
Unos días antes, los incas solo comían maíz blanco y agua, y no se encendía fuego en toda la ciudad. El día de la ceremonia de inicio, esperaban la salida del sol y lo recibían con un ritual, y ofrendas.
Sin embargo, con la llegada de los españoles la ceremonia quedó prohibida y fue considerada pagana. Aún así, la fiesta en honor al Inti ("sol", en quechua) permaneció con vida hasta hoy, como una pieza central de la cultura andina que no han podido arrancar.
"Esta ceremonia había dejado de realizarse en forma pública; solo algunos grupos o en familia lo hacíamos. Hoy, gracias al despertar de muchos hermanos originarios y con el apoyo de muchas personas que han sentido en lo profundo de su ser el llamado de la pachamama y de pachatata, se festeja cada vez en más lugares y con mas personas. jaylli!", explica Marcela.
Hoy en día, la Fiesta del Sol se realiza en los lugares más importantes de la ciudad del Cusco, que es la antigua capital del imperio incaico. La ceremonia comienza en el Templo del Sol y luego pasa a la Plaza de Armas. Muchos visitantes de todo el mundo viajan hacia allí a contemplar los tesoros de nuestros antepasados más valiosos.
¿Qué podemos aprender del sentido de esta celebración?
"Las ceremonias andinas están integradas a nuestra vida, nos dan armonía y equilibrio con nosotros mismos, con la naturaleza y el universo. Las ceremonias son para el fortalecimiento espiritual, para poder convivir con nuestros hermanos en armonía y reciprocidad", señala Marcela.
La cantora nos explica que así como los Incas seguían el ritmo de las cosechas, nosotros podemos llevar ese movimiento hacia nosotros mismos:
"Luego del ciclo de la cosecha, recolección y almacenamiento de granos y frutos, acompañando el curso de la pachamama, nos comenzamos a ir hacia dentro de nuestras casas y de nosotros mismos para reflexionar sobre nuestra vida, sobre lo que hemos logrado, lo que debemos dejar ya partir."
"Así, el otoño con sus movimientos de deshojado nos ayuda en este proceso y nos deja desnudos ante la verdad. Es el momento de el reencuentro con nuestro ser, con la oscuridad del invierno que nos propone una mirada de agradecimiento a todo lo esencial que tenemos. Por eso esta ceremonia al sol es un profundo pedido para que siempre venga a entregarnos su energía, que nunca nos abandone. En esta fiesta honramos y agradecemos su presencia, lo esperamos durante la noche más larga con cantos, danzas y música para celebrar su llegada. Jaylli!".
Y lo más importante es que para tomar estas enseñanzas, no importa la cultura de la que formes parte, ya que, como dice Marcela: "Al ser una ceremonia de conexión con la tierra y el universo, su espíritu es común a todas las personas. Es una forma de volver a sentirnos parte de ellos y no dueños. Todos los pueblos ancestrales del mundo la realizan y todos somos hijos de esos pueblos. La sabiduría de ellos vive en nosotros más allá del tiempo, de la historia y de la distancia. Jaylli!".
¡Sal a celebrar el sol!