Malaui es uno de os países más pobres del mundo. Azotado por la guerra, el hambre y distinto desastres naturales, parece un sitio muy triste. Sin embargo, hay historias que pueden conmover al mundo pro su espíritu contra la adversidad, una de ellas es la de William Kamkwamba.
Él vivió durante una de las peores sequías en años. Miles de personas murieron durante ese oscuro episodio nacional, la gente no tenía trabajo porque no había nada para cosechar, por lo que su padre no tenía forma de llevar alimento a su mesa, ni siquiera por el dinero, sino porque literalmente no había comida en el país.
Algunas personas sobrevivieron comiendo un plato de comida al día. Esto puede hacer perder la esperanza a uno, pero William decidió que si la ayuda no llegaba, él tenía que hacer algo.
Sin una verdadera educación porque sus padres no pudieron pagar las cuotas básicas para que él asistiera, comenzó a investigar acerca de la energía eólica, pues no había agua, pero sí mucho viento en la zona en que vivía. Él creía que si ya habían logrado generar electricidad a partir del viento, él podía hacer algo similar.
Con sólo 14 años, comenzó a investigar en la biblioteca local. No era un ingeniero con preparación, pero creía que se trataba de seguir algo paso a paso y no se equivicó. Sin presupuesto, sin materiales y sin apoyo, creó un generador de energía a partir del viento. Usó basura que encontró en los tiraderos, piezas de bicicletas viejas, plástico, pipas e incluso baterías de autos.
Nadie creía en él, le decían que estaba loco e incluso dice que terminó su proyecto sólo para demostrarle a todos que se equivocaban. Y qué bien que tenía motivación, pues sin su ayuda, puede que muchas personas más hubieran muerto.
Le tomó mucho tiempo perfeccionar su trabajo, pero hoy, después de 16 años, cuenta con cinco ventiladores que pueden producir la energía suficiente para llevar agua a su pueblo. Además, su hogar es el sitio al que muchas personas van para cargar sus celulares o para escuchar música del radio.
Su historia se ha convertido en el faro que ilumina la esperanza de millones de personas que necesitan soluciones a problemas que parecen imposibles de resolver, pero así como este niño pudo generar electricidad para un pueblo que moría de sed, otros pueden sobresalir a cualquier problema que enfrenten.
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