Jairo Mora Sandoval fue, hasta su muerte en 2013, un joven ambientalista comprometido con los derechos de los animales. Puntualmente luchaba por proteger los nidos de la tortuga baula, en la región de Limón, en Costa Rica, donde había nacido. Esta noble causa le costó la vida, como le sucedió en los últimos años a otros activistas latinoamericanos, como Berta Cáceres.
El 30 de mayo de 2013, justo antes de la medianoche, Mora fue secuestrado por un grupo de hombres enmascarados junto a cuatro voluntarias que trabajaban en la playa por la misma causa. Las mujeres lograron escapar y advertir a la policía, pero Mora fue encontrado a la mañana siguiente en la playa, con su cuerpo atado y golpeado. La autopsia determinó que murió por asfixia, tras sufrir un golpe en la cabeza.
Durante los tres años que han pasado desde entonces, sus compañeros activistas y muchos otros en Costa Rica y en el mundo entero han luchado por dar a conocer la lucha de este joven y para pedir justicia por su muerte. Tan solo dos meses después ya se habían juntado 167 mil firmas pidiendo justicia, pero el proceso sin embargo fue muy lento.
Finalmente, hace pocos días los acusados del asesinato han sido condenados en conjunto a 338 años de cárcel por los delitos de asesinato, secuestro y violación; luego de que se reunieran pruebas en su contra que incluían información de teléfonos celulares y descripciones de testigos.
A cada uno de los cuatro condenados se les impusieron 35 años de condena por el asesinato del joven, pero al estar comprometidos también a causa de otros delitos, sus penas terminaron siendo de entre 74 y 90 años (aunque ninguno pasará más de 50 años en prisión, porque la ley costarricense lo impide).
A pesar de que se puede decir que luego de tres largos años se ha hecho justicia, los ambientalistas que comparten la causa de Jairo no se dan por satisfechos con la sentencia, porque saben que queda un largo camino por recorrer, tanto en la cuestión ambiental, como en el plano social, en el que siguen muriendo ambientalistas y activistas en la lucha por causas nobles.
Mauricio Álvarez, de la Federación Conservacionista de Costa Rica, dio a conocer su opinión: “Sí, declarados culpables, pero anoche (lunes) se difundía un video de una tortuga viva amarrada a un carro en movimiento siendo arrastrada por una calle de lo que pareciera ser Moín, de manera muy similar a la que fue asesinado Jairo Mora. ¿Simbólico? Sin duda. La impunidad continúa porque la playa sigue desprotegida, el crimen se perpetúa una tras otra vez porque hoy Playa Moín no está siendo conservada si no destruida, industrializada”.
El asesinato de ambientalistas y activistas es una realidad muy grave de la que deberíamos tomar conciencia en todo el mundo. El hecho de que la lucha por causas justas sea motivo de muertes violentas, que en muchos casos terminan asustando a otras personas que dejan el activismo porque temen por sus vidas, es una violación al derecho que todos tenemos a luchar por un mundo mejor.
Historias como éstas deberían motivarnos a todos a expresar nuestro deseo por un mundo más justo; si no nos quedamos callados podemos hacer la diferencia para que estos tristes finales no se repitan.