Jonah Chesum se crió en Itén, una localidad del Valle del Rift (Kenia), y allí ha vivido siempre. Hasta ayer, tenía tan solo un sueño modesto: ganar lo suficiente como corredor profesional para tener una pequeña "shamba" (una granja) que le permitiera alimentar a su hijo pequeño. Pero su vida ha cambiado para siempre.
El 12 de marzo de 2017, Jonah fue contratado para participar como "liebre" en el maratón de Barcelona. En atletismo, una "liebre" es un corredor cuya función es marcar un determinado ritmo durante la primera parte de algunas carreras de media y larga distancia. El contrato de Jonah decía que debía correr al menos 35 kilómetros, a un buen ritmo. Luego, podía abandonar cuando quisiera.
Generalmente, las liebres no completan las carreras en las que participan, sino que abandonan tras haber cubierto una distancia predeterminada: no están allí para ganar, sino para facilitar la tarea a quienes se proponen batir un récord. Pero una corazonada le dijo a Jonah que debía seguir corriendo.
El corredor, que además cuenta con una dura historia de vida —de niño, se vio inmerso en un incendio que le provocó quemaduras en la parte derecha de su cuerpo y una deformación muy visible en la mano derecha, por eso a los Juegos de Londres 2012 acudió como paralímpico en la categoría T46— comenzó la carrera del maratón dispuesto a abandonarla, cumplir con su trabajo y cobrar un cheque por su participación. Pero luego del kilómetro 35, Jonah aun se sentía bien, iba a la cabeza y no había cerca ningún otro favorito. De hecho, el segundo corredor había abandonado. Así que Chesum no dejó de correr.
El resto es una noticia que hará historia: Jonah Chesum finalizó en el primer puesto la carrera que estaba destinado a abandonar, convirtiéndose en el sorprendente ganador de la maratón de Barcelona en su 39° edición.
Jonah fue la primera "liebre" en la historia en conseguir ese lugar en el podio. Y su pasado como atleta paralímpico y su sueño de tener una granja vuelven la historia aun más conmovedora.
Pero la historia de Jonah no es la única que demuestra que los atletas paralímpicos están a la altura de los de la competición principal: por ejemplo, en las últimas la final del 1500 paralímpico fue más rápida que la olímpica.
Su tiempo fue de dos horas, ocho minutos y 57 segundos. Por eso, además de los 3.000 euros que le pagaron por hacer de liebre, se irá a Kenya con 10.000 euros por haber ganado por debajo de las dos horas nueve minutos. Posiblemente esos 13.000 euros le sirvan para sentar las bases de la pequeña granja que siempre soñó para alimentar a su familia.
Al final la carrera, Chesum se mostró muy emocionado: "Cuando salí del hotel no sabía que ahora sería el vencedor del maratón de Barcelona porque ni siquiera tenía previsto acabarlo. Pero en el kilómetro 35, al verme solo en cabeza y con fuerzas, fue cuando he decidido seguir hasta el final", explicó a los sorprendidos periodistas luego de la competición. Seguramente, este día, que ya era importante para él por correr una maratón, ahora quedará en su corazón como el sorprendente día en el que cambió su historia.