Cuando la madre de este pequeño bebé chimpancé murió luego de darlo a luz tras años de cautiverio en un zoológico de Rusia, uno de los cuidadores, conmovido por la realidad del recién nacido, decidió llevárselo a su casa para cuidarlo.

Pero nunca pasó por su mente la idea de que su perra, Mastín, fuera a adoptarlo como una de sus crías recién nacidas. 



Pero así fue. La perra lo sumó a su familia, y los cachorros lo aceptaron rápidamente como uno más.

Mira con cuánto amor duermen juntos, como si no hubiera entre ellos ninguna diferencia. 

Sin dudas, para este chimpancé, así como para cualquier animal, el amor y el cuidado en los primeros meses de vida es tan vital como el alimento. Al igual que nosotros, ¿no es así? Quizás entonces no nos separen de ellos tantas diferencias como solemos pensar y esta historia de amor nos invite nuevamente a valorarlos como se merecen.