Tengo 38 años y soy un cavernícola
Así es como se presenta este moderno hombre las cuevas. Aunque, claro, él no vive como lo hacían sus antepasados hace miles de años.
Angelo Mastropietro se podía considerar una persona afortunada. Trabajó arduamente y logró conseguir una fortuna bastante buena, pero un día le diagnosticaron esclerosis múltiple y todo cambió.
No importa cuánto dinero tuviera, la enfermedad iba a cobrar factura sobre su sistema nervioso central. Por esa razón, un día mientras paseaba por el bosque de Wyre en el Reino Unido, decidió hacer de una cueva su hogar.
Mastroprieto gastó cerca de 250 mil dólares para convertir una enorme cueva en una casa con todas las comodidades modernas, pero, ¿cómo ayuda eso a su crisis existencial? La respuesta está en que él hizo todo el trabajo.
Queriendo utilizar su cuerpo lo más que pudiera para combatir la enfermedad y mantenerse activo, el fue el responsable de sacar cerca 70 y 80 toneladas de piedra de la cueva con millones de años de antigüedad, misma que había sido inhabitada desde hace más de 700 años.
Todo ese trabajo le tomó cerca de dos mil horas, por lo que su idea realmente funcionó. Junto al tratamiento médico, su cueva-terapia lo salvó de una profunda depresión que muchas veces invade a la gente que es diagnosticada con enfermedades difíciles.
Hoy este cavernícola vive feliz en un lugar que acondicionó para residir, pero no solo, la cueva tiene comodidades para que su familia y amigos se queden como si estuvieran en un resort. WiFi, habitaciones cálidas, chimeneas, un patio para hacer parrilladas y claro, la inmensidad del bosque cubriendo su hogar le aseguran que nunca estará realmente solo.