Harry Potter ha llenado la infancia de muchos niños de magia. Ha significado para muchos el primer acercamiento a la lectura. Se ha convertido en el regalo especial de muchos padres para sus hijos ya no tan pequeños. Incluso, según ciertos estudios, Harry Potter vuelve a sus lectores más tolerantes.

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Pero no todo es color de rosas en el mundo mágico. De acuerdo con un grupo de investigadores, las historias del niño mago también han incentivado una conducta muy negativa: el tráfico de lechuzas, para venderlas como mascotas.

A esta conclusión llegaron Vincent Nijman y Anna Nekaris de Oxford Brookes University, autores de un estudio publicado en  Global Ecology and Conservation.

Es que los pájaros siempre han sido mascotas populares en Indonesia, pero las lechuzas raramente se registraron en los mercados de aves del país en los años 1980, 1990 y principios de 2000, informaron los investigadores

Pero esta tendencia parece haber cambiado a finales de los años 2000: desde ese año, el comercio ilegal de lechuzas en Indonesia se disparó.

¿Qué pudo pasar para que las lechuzas se convirtieran de un día para el otro en mascotas de moda? se preguntaron los expertos. Y llegaron a una conclusión. El momento en el que el comercio de lechuzas explotó, coincide con la traducción y lanzamiento de los libros y películas de la saga en Indonesia.

El joven mago y sus amigos tienen lechuzas como mascotas y mensajeras, y probablemente los pequeños fans en Indonesia y en otras partes del mundo hayan querido imitarlos. Pero, en el mundo muggle (donde viven las personas no mágicas), las lechuzas no son mensajeras y no son felices viviendo en hogares humanos.

“Es particularmente triste ver animales nocturnos como las lechuzas en los mercados”, dijo Nekaris en un comunicado. “Mirando sorprendidos y estresados bajo el sol brillante, a menudo solo se alimentan con agua y arroz, haciendo la situación aún más lamentable. Alrededor de la mitad de las 2.000 lechuzas que encontramos en los mercados eran crías sucias, sacadas de sus nidos, y esperamos que la mayoría de ellas muera en cuestión de semanas. Esto no parece ser un comercio sostenible “, sentenciaba la especialista.

¡No regales animales salvajes, regala libros!