Cualquier que haya estado enamorado entiende el significado de que “el amor duele”. Aunque para hablar con propiedad, lo que duele es el desamor: el rechazo.
Cuando la persona que amamos nos abandona, o simplemente no nos corresponde, nos sentimos mal. Angustia, dolor, nudo en la panza y en la garganta. En fin, lo sabrás tan bien como cualquiera (y si nunca has pasado por algo así… ¡Vaya envidia!).
Pero la gran pregunta es ¿Por qué nos sentimos tan mal cuando no somos correspondidos en el amor?
Por mucho que se vincule al amor con el corazón, lo cierto es que las verdaderas respuestas están en el cerebro. Aunque todavía son muchas las cosas que quedan por descubrir, estas son algunas de las que ya se saben.
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Adictos al amor
Amar excesivamente a quien te ha rechazado activa las mismas zonas del cerebro que la adicción a drogas estimulantes, como la cocaína.
Así lo confirmó un estudio publicado por el Journal of Neurophysiology. Los investigadores estudiaron a un grupo de personas que habían sido dejadas por sus parejas, estando aún enamoradas, y tomaron imágenes cerebrales de ellos.
La investigación demostró que la actividad más alta del cerebro, al ver una imagen de la persona amada, estaba cerca de la base del cerebro asociado a la adicción profunda a la cocaína, y también a la nicotina.
“El amor romántico es una adicción. Es una adicción maravillosa cuando las cosas marchan bien pero una adicción horrible cuando las cosas van mal”, dice Fisher, una de las autoras del estudio.
En este sentido, la falta del ser amado produce síntomas vinculados con la abstinencia. Y la única cura es dejar que el tiempo pase y los síntomas decaigan.
Dolor físico
Por otra parte, al ser rechazados se activan las zonas del cerebro vinculadas al dolor físico. Es por eso que el rechazo duele tanto, neurológicamente hablando.
De hecho, se han hecho estudios para demostrarlo. A un grupo de personas se les pidió que tomaran paracetamol antes de pensar en un rechazo, y a otras se les dio un placebo.
Los que tomaron medicina contra el dolor físico sintieron menos dolor emocional que las que habían tomado un placebo.
Lo peor es que, aunque no se sabe todavía por qué, el cerebro reacciona más vívidamente a recuerdos del dolor sentimental que a los del dolor físico.
Es decir: tiempo después de recordar un golpe, no podemos revivir en detalle el dolor físico que sentimos. En cambio, aunque haya pasado mucho tiempo, al recordar un rechazo volvemos a experimentar el dolor que sentimos entonces.
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La solución: autoestima y cariño
El rechazo cercena entre otras cosas nuestra autoestima. Cuando nuestro amor no es correspondido, sentimos que hemos fallado, que hemos hecho todo mal.
Lo cierto es que las cosas no son así, pero es una respuesta natural del cerebro. Hacer actividades que refuercen nuestra autoestima es muy importante para salir adelante.
Pero sobre todo, uno de los mejores antídotos para recuperarse de un rechazo amoroso es rodearse de la gente querida. Los seres humanos somos seres sociales, y tenemos la necesidad de sentirnos parte de un grupo.
Al ser rechazados, esta necesidad de pertenecer se desestabiliza.
En cambio, rodearnos de familia, amigos y personas con los mismos intereses que nosotros hace que volvamos a sentirnos parte de un grupo, y que de a poco el dolor que causó el rechazo disminuya.
Como si fuera poco, nunca se sabe... ¡Quizá en alguno de esos grupos con los que te rodeas está el amor verdadero!