Al crecerolvidamos muy rápido lo que es ser un niño. Si no pasas toda tu vida rodeado depequeños, es posible que olvides cómo interactuar con ellos, que al primerindicio de incomodidad te alejes y que poco a poco comiences a verlos comoseres de otro mundo imposibles de entender.
Incluso hayquienes llegan a criticar a los padres que ven en sitios públicos en los quelos niños están llorando, gritando o corriendo. Creen que si ellos fueranpadres sus hijos no se comportarían de esa forma y suponen que esa conducta esde hijos que no son criados de una buena manera.
La realidad es que los niños felices suelen ser así. La salud mental de un niño se demuestra en su libertad, su inexperiencia y su capacidad de experimentar para conocer sus alrededores. Todas esas cosas no serían posibles si el niño viviera callado ante la comodidad, no de sus padres, sino la de personas ajenas a su entorno.
Juegan sin instrucciones
Todos queremos que los niños que conocemos (hijos, sobrinos o algo más) sean los mejores en un deporte y creemos que si desde pequeños les enseñamos las reglas y técnicas, lo serán. Sin embargo los niños felices son los que no necesitan reglas, ellos inventan sus propias limitaciones o simplemente no las tienen.
Comen a tiempo
Parece algo bastante estricto o simple, pero los niños suelen tener un humor volátil dictado por el hambre. Muchas veces lloran o gritan y aunque puedan hablar, no saben expresar que lo que sienten es hambre. Un niño feliz siempre come a su hora.
Duermen a tiempo
De igual manera, los niños tienen un horario nocturno distinto al nuestro. Nosotros podemos pasar incluso un día sin dormir (no es saludable, pero en exámenes finales no hay alternativas), pero ellos no deberían desvelarse a nuestro ritmo y aunque no tengan escuela, deben mantener un patrón nocturno para no desestabilizarse.
No son perfectos
Los niños felices no hacen todo lo que les dicen sus padres, si sacan calificaciones perfectas es realmente bueno, pero si no, no pasa nada. Están desarrollando su cerebro y muchas veces eso los hace distraerse, gritar y jugar cuando, según las normas, deberían estar completamente concentrados. Su cerebro simplemente no funciona como el nuestro, no aún.
Tienen emociones
Lo más importante. Los niños están en crecimiento y descubren cosas nuevas todos los días, cosas que nosotros damos por hecho porque las conocemos desde que tenemos memoria, pero ellos un día descubren la rabia, los celos, la felicidad y más. Tienen derecho a no saber lo que pasa e impacientarse en cualquier lugar, es su derecho llorar y gritar aún sin saber qué está pasando. Un día lo entenderán y eso pasará.
La gente cree que llorar es malo, pero los niños demuestran que son formas de expresarse ante un mundo desconocido que poco a poco se hace más cotidiano. Déjalos expresarse, tomar sus propias decisiones, explorar y entenderás que esa es la clave para su felicidad.