Lo que los demás piensan acerca de nosotros, o la forma en que se dirigen a nuestra persona, suelen ser importantes para nosotros. Pero eso no es lo que el budismo promueve.
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Así como en otros aspectos esta filosofía se diferencia de la occidental, como en la forma de relacionarse con el universo, la filosofía budista enseña a mantenerse "desconectados" de las cosas que los demás dicen de nosotros.
Esta es una de las parábolas budistas que lo enseña:
Se cuenta que en una ocasión, un hombre se acercó a Buda y, sin decir palabra, le escupió a la cara. Sus discípulos se enfurecieron.
Ananda, el discípulo más cercano, le pidió a Buda:
- ¡Dame permiso para darle su merecido a este hombre!
Buda se limpió la cara con serenidad y le respondió a Ananda:
- No. Yo hablaré con él.
Y uniendo las palmas de sus manos en señal de reverencia, le dijo al hombre:
- Gracias. Con tu gesto me has permitido comprobar que la ira me ha abandonado. Te estoy tremendamente agradecido. Tu gesto también ha demostrado que a Ananda y a los otros discípulos todavía pueden invadirle la ira. ¡Muchas gracias! ¡Te estamos muy agradecidos!
Obviamente, el hombre no daba crédito a lo que escuchaba, se sintió conmocionado y apenado.
Simple pero contundente, esta parábola deja un claro mensaje. Y podemos pensar que no solamente se trata de ignorar las actitudes negativas de los demás: a veces, también puede ser bueno no tomar en serio cuando nos elogian o nos adulan. Mantenernos distantes de esos elogios puede ser la mejor opción para controlar el ego.
El budismo tiene mucho más que enseñar. ¡Descúbrelo!