Si piensas en frutas en general, ¿qué palabras vienen a tu mente? Colores, aromas, verano y frescura podrían ser algunas de ellas.
Ricas en vitaminas y otros nutrientes, las frutas son un pilar importante en nuestra dieta y un alimento que devoramos a través de otros sentidos además del gusto, como la vista, debido a sus colores brillantes, o el olfato, gracias a las fragancias dulces y cítricas que caracterizan a estos alimentos.
Pero siempre hay una excepción a la regla y éste el el caso del Durian.
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El durián o durión es un fruto originario de la región sudeste de Asia y es conocido por su peculiar aroma, el cual ha sido comparado con olores nauseabundos como: a basura, podrido, excrementos o carne podrida. Hay quienes afirman que comer durian “es como comerse una crema de vainilla en una letrina”, ya que es imposible desprender la fragancia del sabor.
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¿De dónde proviene y qué aspecto tiene?
El durián crece en los árboles llamados durios y aunque es una fruta nativa de Indonesia, Malasia y Brunei podemos encontrarla prácticamente en casi todo el sudeste asiático.
El fruto del durio alcanza un tamaño de hasta 30cm de largo y es de una forma alargada y ovalada, recubierta por espinas. Si bien su corteza es áspera y repleta de espinas, la pulpa es carnosa, de un color amarillento y de sabor dulce.
Lo cierto es que aún cuando su olor es nauseabundo, este fruto es muy consumido en la región ya que se usa tanto en repostería, como aperitivo e, incluso como remedio casero contra diferentes problemas de salud, como bajar la fiebre y estimular el apetito sexual.
Sin embargo - y a pesar de ser un alimento tradicional - en muchas ciudades de Asia su consumo está prohibido en transportes públicos, hoteles y aeropuertos.
¿Por qué huele tan mal?
La explicación se debe a que el durián combina cerca de 50 compuestos químicos, los que de forma individual no parecen tener un olor tan repugnante como al combinarse.
¿Te animarías a probarla?