En gran medida, nuestra personalidad está determinada por la manera en la que nos enfrentamos a los problemas, y cómo manejamos el estrés de la vida cotidiana. De acuerdo a ello, podríamos decir que hay tres tipo de personalidades: plástico, vidrio y acero.
Cada persona tiene alguno de estos tipos de personalidad de forma casi innata, influenciado también por cierto tipo de crianza. Pero a su vez es posible trabajar para intentar llegar a un mejor manejo del estrés.
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¿Qué tipo de personalidad es la tuya? ¿Qué debes mejorar? Esta nota te lo explicará.
Manejar el estrés emocional
La vida está permanentemente atravesada por problemas, por situaciones estresantes, por cosas que no teníamos planeadas y que nos sacan de nuestro eje. Saber manejar esas situaciones es lo que nos permitirá tener una vida libre de ansiedad y más saludable.
Pero… ¿Te has dado cuenta que hay personas a quienes parece salirles de forma natural? ¿Y otras, en cambio, que se esfuerzan mucho y aún así siempre tienen problemas para manejar esas situaciones?
Bueno, es que mucho tiene que ver con el cerebro, y cómo este se ha ido conformando durante la infancia. La facultad de medicina Weill Corner (Nueva York), por ejemplo, realizó un interesante trabajo donde se determinó la relación directa entre una crianza basada en un apego saludable y una respuesta más hábil hacia el estrés y la ansiedad.
De este modo, hay personas que han desarrollado casi sin darse cuenta la habilidad de manejar el estrés emocional, y otra que deberá trabajar un poco más para conseguir los mismos resultados.
Plástico, vidrio o acero
Las personas de acero: inflexibles
Hay personas que se relacionan con el estrés emocional de manera inflexible. Son las personalidades de acero.
Si eres una persona de acero, lo notarás porque generas un muro entre el estrés emocional y tú. Es decir, que eres un poco negador.
Siempre vas para adelante, y nada te avasalla. El problema es que si no eres consciente de aquello que sucede a tu alrededor, puedes terminar mal herido. Es que las cosas no desaparecen solo porque pongas un muro entre ellas y tu vida.
Te toca aprender a escuchar, aceptar y trabajar a partir de allí.
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Personas de vidrio: hipersusceptibles
Las personas de vidrio son justamente lo opuesto a las de acero. Intentan enfrentar la adversidad pero, si esta es muy fuerte, terminan destrozados.
Si eres una persona de vidrio, seguramente eres muy sensible al entorno. Tomas las cosas como algo bastante personal, y siempre estás cargándote de más. Igual que cualquier persona, no disfrutas el estrés emocional, pero tampoco te resulta fácil alejarte de él.
Al final, cuando la presión es demasiada, te partes en mil pedazos. Y luego estás días enteros juntando cada pieza, para recomponerte.
Esta actitud tampoco es saludable, pues puede hacerte mucho daño.
Encontrar el equilibrio: ser de plástico
Las personas emocionalmente saludables, responden al estrés emocional como el plástico. Esto es, con cierta flexibilidad, pero sin romperse.
Eso sí, a veces, la presión de romperse es muy grande. Eso puede hacer que una persona de plástico viva siempre en la cuerda floja. Sintiendo que lo logró una vez, pero tal vez no lo vuelva a lograr.
Si eres este tipo de personas, sabes manejar bastante bien las adversidades, aunque quizá no eres capaz de alejarte por completo del estrés.
El gran desafío, entonces, es intentar hacerte de “un plástico cada vez más flexible”. Ir acercándote de a poco a la idea del bambú, esa planta que se dobla pero nunca se rompe. Lo que verdaderamente te hará sentir seguro ante el estrés emocional es la sensación de que pase lo que pase, nunca vas a romperte.
Que podrán golpearte, moverte y hasta cambiarte, pero nunca destruirte. Entonces, tendrás verdaderamente desarrollada la resiliencia, y podrás enfrentar cualquier problema.