La ciudad rumana de Club Napoca llevó a cabo un proyecto muy creativo para promover la lectura: permitió viajar gratis a los pasajeros que fueran leyendo en el transporte público.
Algunas ciudades llevan adelante proyectos novedosos con este fin, como instalar dispensers de literatura en las calles, pero aun así no son muchas, por lo que Club Napoca es un ejemplo que merece la pena destacar.
Esta iniciativa, además, es muy especial porque no partió del gobierno, sino que un ciudadano la elevó al alcalde, quien finalmente le dijo que sí.
Para que la propuesta se convirtiera en realidad, se conjugaron el poder de la iniciativa ciudadana; la voluntad del gobierno local por escuchar a sus habitantes; y el poder de las redes sociales: el poeta rumano Victor Mirón propuso este proyecto al alcalde Emil Boc, quien lo subió a las redes sociales.
La respuesta de los ciudadanos en Facebook fue tan positiva, que Boc decidió hacerla realidad.
Otra de las características particulares de la propuesta es que solo es válida para quienes vayan leyendo en papel. Así, para viajar en el transporte público sin pagar el boleto, hay que mostrar cuando subes que llevas un libro. En cambio, quienes leen desde el celular o un e-book no podrán disfrutar del beneficio.
Este último requisito puede ser contradictorio, porque si lo que se busca es fomentar la lectura, cualquier forma de acercarse a ella podría ser válida. Pero el argumento es que es la costumbre de leer en papel la que los ciudadanos rumanos están perdiendo, y eso es lo que se intenta fomentar con el proyecto.
Ésta no es la primera propuesta en la ciudad de Napoca para estimular la lectura: cada 23 de abril, quienes la visitan y lleven un libro tienen la posibilidad de entrar gratis al jardín botánico.
Si bien la medida no significó que los ciudadanos puedan viajar gratis para siempre, sino que se desarrolló en algunos días de 2015, posiblemente haya servido a muchos para darse cuenta de que la lectura era una gran manera de aprovechar el tiempo diario que destinaban a viajar.
Esta historia puede motivarnos a pensar campañas ingeniosas que se podrían desarrollar en nuestras ciudades para promover hábitos saludables como la lectura. ¿Cuál se te ocurre a tí?