En la medida que losniños crecen se desarrollan sus habilidades físicas y motoras, así como tambiénlas intelectuales, esas que les permiten elaborar mejores respuestas cuando losadultos los regañan y ellos buscan lograr sus intenciones, de comprar unjuguete o algún objeto de interés relacionado a su edad.

A veces, comunicarse con los niños es difícil. Y ante las respuestas malhumoradas o agresivas, algunos padres o cuidadores no saben cómo reaccionar.

¿Qué hacer ante las malas respuestas de los hijos?

Especialistas del Departamento de Educación de los Estados Unidos y otras instituciones recomiendan, ante los berrinches o malas reacciones de los hijos o de otros niños que estén a nuestro cuidado, las siguientes actitudes: 

La mayoría de losadolescentes y niños responden mejor a las instrucciones específicas que se repitenregularmente. Como señala la maestra de secundaria Sharon Sikora, “No digasolamente, ‘Quiero que limpies tu cuarto’ porque a veces no saben bien quésignifica este pedido. Diga mejor, sin buscar argumentos, ‘Así es como yodefino un cuarto limpio.’ Ellos pueden responder, ‘No me gusta la lámpara enaquel rincón, la quiero aquí.’ Hay que darles suficiente libertad para que seexpresen”. 

  • Comunícate con amabilidad y respeto 
Los niños a vecesdicen o hacen cosas vergonzosas o mal intencionadas, a veces las dos cosas. Noimporta cuánto te provoquen, siempre esmejor responder con calma. El respeto y el auto-control que demuestres al hablar con tu hijo algún día rendirán fruto en sus relaciones yconversaciones con otras personas.

Una publicación del 2015 dela Universidad de Michigan expresó que  cuandolos hogares tienen ambientes que estimulan el aprendizaje, así como cálidasinteracciones entre padres e hijos, los niños obtienen mejores resultados. "Estas casas tienen padres que regularmente hablan con sus hijos, proporcionanlibros y juguetes, y ofrecer más recursos y oportunidades para el aprendizaje", explican los expertos.      

Quizás hablar claro y con paciencia son recomendaciones que parecen obvias. Pero la realidad es que a veces la comunicación es difícil y, aunque creamos que estamos hablando claro, no estamos diciendo específicamente lo que esperamos, por ejemplo. 

Los niños no pueden adivinar lo que deseamos. A veces, puede parecer que están enojados con las reglas, pero en verdad están frustrados porque las reglas no están claras. El simple acto de reflexionar sobre lo que acabamos de decir, y reformularlo si no estuvo tan claro, puede ser extremadamente beneficioso.