Una de las frases más recordadas del famoso libro Como agua para chocolate, de Laura Esquivel, dice:
“Mi abuela teníauna teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja decerillas en nuestro interior, no las podemos encender solos, necesitamosoxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene queprovenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede sercualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga dispararel detonador y así encender una de las cerillas”.
¿Existe una fuente de conocimiento, sabiduría y luz más grande que nuestras abuelas? Una mezcla de experiencias personales y amor incondicional convierten a cada abuela en un faro que guía a sus nietos por la vida, por lo que no es sorprendente que todos se jacten de tener a la mejor abuela. Ya sea a través de platillos, regaños, felicitaciones o incluso con una mirada, esa conexión invisible que no acaba ni siquiera con la muerte nos ayudan a sortear en los momentos más importantes de nuestra vida.
Así como la historia comenzó de forma oral y luego pasó a ser algo escrito, estos consejos se comprenden mucho mejor cuando vienen directo de la fuente, pero sin duda, no hay nada de malo en pasar un poco de la información que nuestras abuelas, con el paso de su vida en la Tierra, saben mejor que nadie que son verdades inquebrantables.
No busques ser rico, enfócate en ser feliz
A pesar de que siempre se preocupan por nuestro futuro y a veces no hacen ver que el mundo no es como el que procuraron darnos cuando éramos niños, también saben, a través de los golpes de la vida, que el dinero es sólo un recurso, no una finalidad. Debemos enfocarnos en la felicidad que creamos día a día, el futuro es una proyección que nos debe importar, pero no el lugar en el que debemos vivir.
No eres la misma persona que antes, y eso está bien
Seguramente más de una persona que ha desaparecido de tu vida te dijo en los últimos días de su relación: “ya no eres la persona que solía conocer”. Una de las cosas que mejor saben nuestras abuelas es que los cambios nos transforman, y que no debemos vivir con la culpa de habernos transformado con ellos.
Interésate por los demás
Una abuela dijo a su nieto que siempre le preguntaba cómo estaban a todas las personas que la atendían en tiendas, restaurantes y oficinas. No era para recibir un mejor trato, sino porque uno nunca sabe qué es lo que han vivido esas personas, ya sea en el día o en su vida y una pregunta tan simple podía cambiar el rumbo de su día.
No juzgues a los demás
Otra lección es que debemos aprender a vivir sin la necesidad de compararnos y juzgar a otros. A veces nosotros estamos arriba, a veces abajo, pero si vivimos juzgando a los demás no vamos a tener tiempo para nuestro crecimiento personal y siempre nos veremos reflejados en la sombra de otros.
Siempre se puede empezar de nuevo
Muchos creen que al llegar a los 30 la vida debe ser como siempre la soñaron y si no es así, la decepción puede llevarlos a una profunda depresión. Una abuela sabe que no importa cuánto tiempo pase, mientras más lo reflexionamos, más fácil es ver que los cambios los creamos nosotros, incluso si queremos empezar de nuevo a los sesenta años es posible.
La ayuda no conoce rostros
No debemos condicionar nuestra ayuda, incluso cuando nos dicen que la familia es primero, ser generosos no debe depender de los lazos que tenemos con la gente. Esto no significa que debamos dejar de lado a quien conocemos y ayudar a otros, sino que siempre que tengamos la oportunidad de ayudar a alguien, debemos hacerlo sin pensar en quién es, de dónde viene o qué ha hecho.
Guarda un álbum de fotos
El tiempo pasa y las memorias se vuelven traicioneras. Toma fotografías de momentos importantes, nunca sabes cuándo serán lo único que te hará recordar todo lo que tuviste y viviste. Muchos tuvimos la oportunidad de convivir con nuestras abuelas, algunos mucho tiempo, otros no tanto, pero sin duda las lecciones más grandes vienen de ellas.
¿A ti, qué fue lo que te enseñaron y que atesorarás hasta tu últimos días?