Todo en esta vida es cíclico. Las cosas indefectiblemente empiezan y terminan, las personas llegamos a esta vida y nos vamos de ella. Es la ley de las cosas y de la vida en general.
Un ciclo es un compilado de momentos vividos, impregnados de sentimientos, agradables o no, a los cuales nos apegamos. En realidad, los ciclos de nuestra vida están interconectados, y mientras uno se está cerrando, otro enseguida se está abriendo.
El problema está cuando nuestra mente se queda atrapada en ciclos pasados, a los cuales ya no pertenecemos. Entonces, nos cerramos a la posibilidad de empezar a vivir nuevas etapas, y nos quedamos estancados: sin posibilidad de avanzar.
Especialistas en psicología han ido encontrando, a lo largo de muchos casos de estudio, ciertas maneras para aprender a cerrar ciclos, y permitirnos salir adelante. Estas 6 son las claves fundamentales para lograrlo.
1. Entiende que olvidar no es lo mismo que evitar
A veces cometemos el error de no querer pensar en las cosas de nuestro pasado que nos duelen. Tratamos por todos los medios de evadir los pensamientos que nos recuerden aquellos que hemos perdido.
Pero eso es definitivamente una de las peores cosas que podemos hacer. Para poder cerrar un ciclo es necesario recordar, pues evitar lo que nos hace mal sólo logrará que aparezca más adelante.
Además, es imposible olvidar por completo: pero sí se puede recordar sin dolor.
Recordar lo bueno y agradecer haberlo vivido. Recordar lo malo, y aprender de ello. De a poco, de tanto recordar se empezará a sanar.
2. Dile adiós a la culpa
Es normal que, cuando nos enfrentamos ante el cierre de un ciclo que no estábamos preparados para terminar, nos invada un sentimiento de culpa.
La creencia de que no hicimos lo suficiente, de que tal vez, si hubiéramos hecho las cosas de tal o cual manera, el resultado habría sido otro.
Pero en este momento, debemos recordar que el “si hubiera” no existe. Hicimos lo mejor que pudimos, y si las cosas salieron como salieron, fue por algo.
Atormentarnos con lo que podríamos haber hecho sólo cercena nuestra autoestima. Debemos aprender a querernos y asumir nuestras decisiones sin culpa.
3. Perdona
Puede sonar fácil, pero no lo es, sobre todo porque tal vez esperamos una actitud de otro para perdonar. Una disculpa, un gesto.
Lo importante es entender que la decisión de perdonar es personal. Que guardar rencor a la única persona a la que hace daño es a nosotros mismos.
Por eso, si alguien te ha hecho daño y no da ninguna muestra de necesitar tu perdón, tú debes dárselo igual. Sólo así podrás soltar eso que te lastima, pues el rencor pesa dentro nuestro y nos detiene.
4. Deja de buscarle una explicación
A veces las cosas simplemente pasan porque tenían que pasar. Sin más explicación, y sin una respuesta lógica que lo justifique.
La mayor parte de las cosas que nos suceden están fuera de nuestro alcance, y no tienen que ver con algo en particular. Las cosas no siempre son “causa-consecuencia”.
Por eso, en un momento debes decidir rendirte. Dejar de buscar explicaciones donde no las hay, porque esa actividad es completamente desgastante y frustrante. Simplemente, aceptar que las cosas sucedieron y que no tenemos por qué entenderlo: sólo hay que dejarlo ir.
5. Acepta
En relación a todo lo anterior, lo más importante es la aceptación de que no podemos controlarlo todo.
De que pueden suceder cosas sin que nosotros así lo deseemos, y que no podemos hacer nada al respecto: somos humanos y como tales, estamos limitados.
Pero, tal como decíamos, los ciclos de la vida no son definitivos: se superponen y conectan. Aceptar que algo distinto puede llegar a nuestra vida y ser igual de bueno o incluso mejor, nos ayudará a salir adelante.
6. Piensa la vida como un viaje en tren
Una buena manera de dejar ir las cosas es pensar la vida como un gran viaje en tren. cada parada es un ciclo de nuestra vida, pero indefectiblemente, en tren seguirá su curso hasta la siguiente estación.
En el camino puede haber personas que viajen en el mismo tren que nosotros. Algunas se quedarán hasta el final del viaje, y otras se bajarán en la siguiente parada. No importa, otros subirán al tren después.
Nuestro destino está al final de ese viaje, y hay que tener certeza de que siempre algo mejor nos está esperando en el camino.