Aún recuerdo el día que me vino por primera vez el período. Tenía 13 años y lo viví, al principio con miedo, pero luego con orgullo. Algo en mí había cambiado y me emocionaba sentir que en la niña que era iba creciendo y madurando una mujer.
Pero con los años fui aprendiendo (sin quererlo) que ése era un tema para hablar puertas adentro de casa, y casi que en secreto, solo entre mujeres. Fui viendo cómo los hombres (y muchas mujeres, también) lo nombraban con "asco" y cómo algunas amigas deseaban que les llegara ya la menopausia para no tener que menstruar todos los meses.
A pesar de todo ese tabú que nos enmaraña, cada mes la naturaleza llega a nosotras. El ciclo natural de la vida nos recuerda que somos parte del Universo y nos invita a conectarnos con nuestra energía personal.
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Desde esa sensación, algo dentro de mi hace "ruido" cada vez que me viene el período y voy al mercado en busca del paquete de toallitas descartables que, como dice su nombre, desecho con cada uso. Plástico, plástico y más plástico. ¿Cuántas montañas de plástico habré creado yo sola en toda mi vida solo con mis toallitas? Además, ¿es el material más adecuado para estar en contacto con una parte tan sensible de mi cuerpo?
Mis dudas tal vez son las de muchas mujeres más. Por eso, en esta nota, les comparto lo que averigue. ¡Ojalá nos sirva para volver a gozar de conectarnos con nuestro ser mujer!
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1. Las toallitas descartables están hechas de plástico
El plástico es un derivado del petróleo (un recurso no renovable) y se obtiene mediante diferentes procesos químicos. Al desecharse y no ser biodegradable, queda presente, por lo menos, 200 años más en el ambiente. Éste es un problema ambiental enorme (calcula que una mujer durante su vida fértil puede usar alrededor de 15.000 toallas descartables), ya que en el mundo se producen alrededor de 350 millones de toneladas de plástico por año (¡el 75% solo se usa en packaging o descartales que se desechan en menos de una hora!) y se cree que esa cantidad se va a triplicar.
2. Pueden producir irritaciones o alergia
Por esa misma composición, y otros agregados químicos extra (por ejemplo, las fragancias artificiales o geles), al estar en contacto con nuestros genitales puede producirnos irritaciones, alergias, mal olor y otras reacciones de la piel.
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3. Puede generar mal olor o infecciones
El plástico evita la circulación del aire y favorecen el aumento de temperatura en la zona genital. Eso, sumado al flujo, el movimiento y la sudoración crea el ambiente perfecto para las bacterias que causan mal olor, e incluso pueden desencadenar infecciones urinarias y/o vaginales por hongos.
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4. El algodón que contienen tiene residuos de agroquímicos
En general, las toallitas descartables están formadas también por algodón que, al crecer, fue rociado con pesticidas y herbicidas. En su procesamiento se generan subproductos contaminantes, nocivos y bioacumulativos, como las dioxinas que, además de dañar el ambiente tienen elevada toxicidad y pueden provocar problemas de reproducción y desarrollo, afectar el sistema inmunitario, interferir con hormonas y causar cáncer.
5. Es muy costoso
En general, las toallitas descartables pueden volverse un gran gasto de dinero. Puede haber cientos de variantes (por forma, por componentes, solo por envase, etc) y todas tienen un mismo final: la basura.
Alternativas
Entre las alternativas más usadas encontré, sobre todo, las toallitas de tela y las copas menstruales. Ambas tienen la ventaja de ser lavables, ahorrar dinero y reducir la cantidad de desechos. Tampoco contienen plástico, por lo cual reducen la posibilidad de contraer infecciones, o de sentir mal olor.
Pero lo más importante es que aún con sus diferencias (una está hecha de tela de algodón -preferentemente orgánico- y otra, de silicona) ambas nos quitan el plástico del medio y nos permiten volver a conectarnos con nuestro ciclo sin interferencias.
¿Has probado alguna de estas variantes? ¿Conoces otras? ¡Cuéntame!