En el mundo, muchas personas luchan todos los días desde el anonimato para defender la salud de su pueblo y los recursos de su comunidad. En muchas ocasiones, se enfrentan a grandes empresas multinacionales que atentan con destruir su tierra y violar su derecho a la vida, y a un ambiente sano.
Sin embargo, estas luchas no aparecen en las portadas de los principales diarios del mundo y, aunque en algunos casos como el de Famatina, en Argentina, el pueblo consigue ponerle un freno a las gigantes multinacionales, en otros casos, como el de Berta Cáceres, terminan con un trágico final que, sin embargo, no consigue borrar su lucha.
En Perú, Máxima Acuña logró evitar que la empresa minera Yanococha convirtiera la laguna cercana a su casa en un vertedero de residuos líquidos de la mina. Por su difícil y ardua lucha fue reconocida con el Premio Goldman Prize, considerado el Nobel del Medio ambiente. Este mismo reconocimiento fue dado, en el 2015, a Berta Cáceres, la activista asesinada.
La minera Yanococha lleva el mismo nombre que la mina de oro que explota, la cual es considerada la más grande de Latinoamérica, ubicada en el departamento Cajamarca, a 800 kilómetros de Lima.
Esta minera, formada por las empresas Newmont Mining Corporation, Compañía de Minas Buenaventura y Corporación Financiera Internacional, impulsó el desarrollo del proyecto minero Conga para extraer oro allí. Esto implicaba afectar cuatro lagunas de la zona, amenazando las cabeceras de cinco cuencas fluviales y el páramo de Cajamarca, un humedal de gran valor biológico.
Uno de los cursos de agua que se verían afectados era la "Laguna Azul", ubicada en las cercanías del hogar de Máxima, donde ella vivía y cultivaba la tierra. "Soy pobre y analfabeta, pero sé que nuestra laguna y las montañas son nuestro verdadero tesoro, y lucharé para que el proyecto Conga no las destruya", señaló Máxima.
Todo comenzó en el 2010, cuando Acuña volvió a su casa luego de haber pasado tres meses recuperándose de una infección. Al llegar, se encontró con que la vereda de piedras y tierra de su casa se había vuelto un camino llano debido al trabajo de las aplanadoras.
Aunque ella había adquirido esa parcela en 1994, desde la empresa argumentaban que ese terreno había sido vendido. Y a pesar de que denunció a Yanacocha, el reclamo fue archivado por falta de pruebas.
Pero, gracias a la lucha, Acuña y su familia ganaron finalmente un proceso judicial por la propiedad de su predio frente a la Laguna Azul. El desalojo se detuvo y se impidió a la empresa actuar en el terreno, convirtiendo a Máxima en todo un símbolo de resistencia.
Pero, en su camino de lucha, Máxima sufrió agresiones por parte de la empresa minera y las fuerzas policiales que intentaron desalojarla en varias oportunidades.
¿Por qué? Si tan solo pensamos que el proyecto implicaba una inversión de alrededor de 4.800 millones de dólares y pretendía extraer seis millones de onzas de oro; podemos advertir qué hay detrás de esto. Nuevamente, el dinero por sobre los recursos de los pueblos y sus tierras.
Por eso, aunque para Yanacocha, esta humilde campesina es una usurpadora de tierras, para activistas de todo el mundo y los miembros de su comunidad, ella es conocida como "La Dama de la Laguna Azul".
La historia de Acuña que tuvo no solo un final “feliz”, sino también un reconocimiento debería servir de ejemplo al mundo entero. Según el último informe de Global Witness, 116 activistas ambientales fueron asesinados en 17 países en 2014; y el 40% de las muertes corresponden a miembros de pueblos originarios.
Esta cifra realmente debería hacernos tomar conciencia del peso de los intereses que están circulando por detrás de los recursos de los pueblos del mundo entero, poniendo en juego la salud de miles de comunidades cuya voz, al ser muy humildes, es acallada.
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