Uno de los proyectos de preservación ambiental más exitosos de Brasil, que evitó la extinción de cinco especies de tortugas, celebra el hito de haber salvado de sus predadores y devuelto al mar 40 millones de crías de quelonios en 40 años de historia.

Se trata del Centro Nacional de Pesquisa y Conservación de Tortugas Marinas (Tamar), una iniciativa de ecologistas nacida en 1980 y que actualmente cuenta con 26 bases en todo Brasil desde las que vigila 1.100 kilómetros de playas para identificar los lugares de desove de las tortugas y garantizarles protección a las crías desde que están en los huevos hasta que corren a salvo hasta el mar.

Este minucioso y exigente trabajo ha permitido, según estudios científicos publicados en los últimos meses, que cuatro de las cinco especies de tortugas marinas que acuden al litoral brasileño hayan abandonado la lista de gravemente amenazadas de extinción y que la quinta, aunque aún en peligro, cuente con esperanzas de sobrevivir.

Los exitosos resultados en 40 años de trabajo fueron conmemorados con la soltura pública de cientos de crías de tortugas en varias de las bases de Tamar, en actos al que acudieron principalmente niños y escolares.

Crías de tortugas que se dirigen hacia el mar en la playa del forte en el estado de Bahia. EFE/Marcelo Sayão


"Protegemos los nidos en la playa -mediante una campaña con los pescadores- y las hembras que vienen a desovar. Eso hizo viable esta liberación simbólica de animales con 30 años que vinieron a desovar y que si no hubiéramos hecho ese esfuerzo tal vez habrían sido extinguidos", explicó a Efe la bióloga Neca Marcovaldi, coordinadora de investigación y conservación de Tamar.

De acuerdo con Marcovaldi, entre las tortugas que llegaron a desovar en las playas de Brasil en la actual temporada reproductiva (de septiembre hasta marzo) hay varias de las que la iniciativa salvó en sus primeros años de trabajos. Ello debido a que las tortugas tan solo alcanzan su capacidad reproductiva con cerca de 30 años, lo que explica en parte el grave riesgo de extinción que corrieron.

DOS MILLONES DE TORTUGAS SON DEVUELTAS AL MAR CADA AÑO

Según el fundador y director del Proyecto Tamar, Guy Marcovaldi, de cada mil tortugas que nacen tan solo una o dos sobreviven hasta su edad reproductiva. En sus primeros años, Tamar conseguía devolver al mar unas 10.000 crías de tortuga por año pero hoy ese número llega a dos millones, lo que garantiza la repoblación y que las especies brasileñas puedan salir de las listas de amenazadas en un futuro.

"Tenemos publicaciones científicas en periódicos internacionales que muestran el inicio de la recuperación de la población para las especies de Brasil. La población de algunas de nuestras especies aumentó 15 veces, un número histórico, y otras, 10 veces y las que menos 6 veces, todo en 40 años de trabajos", según Neca Marcovaldi.

Tamar protege anualmente unos 25.000 nidos de tortuga, gran parte de los cuales están en las playas próximas a su principal base, en Praia do Forte, una antigua villa de pescadores transformada en centro turístico a unos 100 kilómetros de Salvador, capital del estado de Bahía (nordeste).

La especie que aún se considera como más amenazada es la laúd (Dermochelys coriacea), la mayor tortuga marina del mundo, que llega a medir hasta dos metros, y la otra que aún genera preocupación es la carey (Eretmochelys imbricata).

Seu Antonio sale de su casa a las 3.30 de la mañana todos los días para recorrer a pie nueve kilómetros de playas en el estado brasileño de Bahía en busca de nidos de tortuga para proteger. Realiza esta labor hace 33 años, lo que lo convierte en el tartarugueiro vivo más antiguo de Brasil. EFE/Marcelo Sayão

COMUNIDADES LOCALES, PARTE FUNDAMENTAL DEL PROYECTO

El trabajo exige estar atento a decenas de miles de hembras que, como si tuvieran GPS, regresan todos los años con exactitud a la playa en que nacieron para cavar un nido en el que ponen sus huevos. Igualmente exige marcar con placas los nidos para impedir que sean pisoteados; colocar protecciones para evitar el ataque de predadores, y concienciar a pescadores, bañistas y turistas.

De acuerdo con Guy Marcovaldi, gran parte del éxito del proyecto ha sido el trabajo con las comunidades que viven en las playas, especialmente los pescadores, para enseñarlos a proteger los huevos y las hembras, y eliminar los riesgos. En contrapartida, Tamar ofrece 1.800 oportunidades de trabajo y 700 empleos directos a los habitantes de estas comunidades que antes vivían de la caza de la tortuga o consumían su carne.

"El Tamar protege a las tortugas marinas mediante las personas. Hoy estamos en 26 localidades, en las principales áreas de reproducción de las cinco especies de torturas marinas y en importantes áreas de alimentación de esos animales en donde la captura accidental por la pesca es grande", según Neca Marcovaldi.


Fuente: EFE