Además de ser uno de los países más pequeños y aislados del mundo, Kiribati también es uno de los más vulnerables al aumento de las temperaturas: de hecho, los especialistas alertan que el archipiélago -conformado por 33 islas-, podría ser sepultado por el océano dentro de menos de 15 años, dejando sin hogar a las más de 100.000 personas que viven en 20 de las islas.
Durante años, las autoridades kiribatianas han alertado a varios líderes mundiales sobre la difícil situación de su país, ubicado en medio del océano Pacífico.
Refugiados climáticos
Debido a la precariedad de su economía, pero también a condiciones climáticas y ambientales agravadas por el cambio climático, este pequeño país sufre de muchas dificultades para proporcionarles agua, comida y servicios a sus habitantes. Esto ya ha hecho que algunos ciudadanos kiribatianos generen solicitudes de asilo por motivos ambientales en otros países.
Según un estudio de Environmental Justice Foundation (EJF) realizado en 2017, el cambio climático creará la mayor crisis de refugiados que haya visto el mundo en la próxima década.
Uno de los casos emblemáticos es el de Ioane Teitiota, un kiribatiano que pudo haberse convertido en el primer refugiado víctima del cambio climático en el mundo. Durante cuatro años, emprendió una batalla legal contra el gobierno de Nueva Zelanda tras solicitar refugio en ese país en 2013, alegando que "su vida y la de su familia estaban en peligro".
A pesar de su pedido, las autoridades neozelandesas rechazaron su solicitud indicando que si bien "el aumento del nivel del mar puede hacer que la república de Kiribati sea inhabitable en un plazo de 10 a 15 años, este tiempo podría permitirle a la República de Kiribati intervenir, con la asistencia de la comunidad internacional, para tomar medidas destinadas a proteger y, cuando sea necesario, reubicar a su población".
A pesar de que Ioane declarara que él y su familia sufrían las consecuencias de la sobrepoblación en una de las islas de su país, además de la escasez de agua potable y la erosión, el hombre fue deportado de Nueva Zelanda en septiembre de 2015.
El Comité de Derechos Humanos consideró ilegal que gobiernos devuelvan a personas a países donde, debido a los efectos del cambio climático, se exponen a factores que pueden poner en peligro sus vidas o puedan ser sometidas a un trato inhumano o degradante.
Además, sostuvo que "los efectos del cambio climático en estados receptores pueden exponer a las personas a una violación de sus derechos".
"El mensaje es claro: no es preciso esperar a que los Estados insulares del Pacífico desaparezcan bajo las aguas para comenzar a cumplir con la obligación de proteger el derecho a la vida", explicó Kate Schuetze, investigadora sobre Oceanía de la organización Amnistía Internacional.
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