Por su diversidad ecológica, el uso deplaguicidas ha sido constante en México durante décadas, según un estudiopublicado por Greenpeace en 2016, “cuatro plaguicidas que han sido prohibidosen otros países por sus niveles de toxicidad para las personas y el medioambiente se siguen empleando en el país”.
El uso de plaguicidas debe ser controlado,pues más allá de combatir las plagas que afectan los cultivos, eliminar laplaga causa un desequilibrio ambiental, así ocurrió en Murcia, España este añocuando según Greenpeace ocurrió “la primera gran mortandad de abejas del añodebido al uso masivo de plaguicidas tóxicos en la agricultura”.
Ante este contexto, la joven Tania SantiagoGarcía, estudiante de ingeniería bioquímica del Instituto Tecnológico deTehuacán (ITT) en Puebla, ha logrado fabricar junto a su equipo, un plaguicidaorgánico basado en dos plantas: el gigantón (también conocido como palán palán)y la ruda, que ayudan a controlar dos de las plagas más comunes en México: elpulgón y la palomilla blanca.
Gananciasy consecuencias
Según la FAO, después del sector automotriz,la industria química es la más grande del mundo, con ventas anuales equivalentesa 1,6 billones de dólares EE UU.
Pero proporcionales a sus ganancias, son también sus daños. La FAO también advierte que “los productos con toxicidad agudaelevada son los responsables de un elevado número de casos de intoxicacióninmediata, sobre todo en los países en desarrollo, mientras que los productoscon efectos tóxicos crónicos pueden provocar cáncer o trastornos del desarrolloen niños en fase de crecimiento”.
Inventos como el de esta joven pueden ayudar a que por fin los alimentos que comemos dejen de estar afectados por productos que, si bien pueden aumentar la productividad, son altamente dañinos para el planeta y para la salud.