Cultivar en las grandes ciudades puede parecer simplemente una utopía. Nos hemos acostumbrado a ver a los vegetales y las frutas como un alimento envasado más dentro del supermercado que, cuanto más grande y brillante, mejor resulta para la venta.
Sin embargo, también sabemos que el revés de este negocio implica la aplicación de sustancias químicas que, junto con aquellas a las que son expuestas en el suelo en el que crecen, modifican las propiedades naturales de los alimentos que consumimos.
Por eso, cada vez son más quienes están optando por comenzar, de a poco, a cultivar en casa, y la verdad es que existen muchas maneras de cosechar alimentos propios, yasea en huertas verticales, con botellas, e incluso en botes de pintura o macetas,donde para tu huerta no necesitarás más de un metro cuadrado.
Éste fue el caso de Curtis Stone, un canadiense que decidió montar su propia huerta, pero pronto se vio superado por los límites de su terreno. Al poco tiempo, se le ocurrió comenzar a "pedir prestados" o arrendar a cambio de productos obtenidos en la huerta, los patios traseros de sus vecinos.
Así, curtis se dedicó a montar huertos urbanos en hogares y, de a poco, fue creando su propio negocio y volviéndose un referente sobre el tema.
Naturalmente, cuando se volvió conocido su éxito, comenzaron a surgir muchas personas interesadas en aprender su método. Por lo cual desarrolló, además, su propio curso y escribió un libro llamado “Urban Farmer”, que introduce a quien lo lee en las técnicas orgánicas intensivas con un enfoque comercial.
A partir del trabajo, Curtis pudo comprar su casa en Canadá y cultivar en su terreno. Pero pronto comenzó una nueva iniciativa. En el 2010 impulsó un proyecto denominado “Green City Acres”, un huerto urbano donde los vecinos colaboran para cultivar vegetales y hortalizas sin utilizar productos químicos, y luego los venden localmente.
Para esto, los miembros de la comunidad que se comprometen con el proyecto, acuerdan ceder parte de los jardines de sus casas y, a cambio, reciben una cesta semanal de alimentos.
A partir de eso, han logrado que 1348 metros cuadrados puedan producir alrededor de 75 mil dólares en ocho meses; sembrando además conciencia sobre la importancia de la alimentación natural.
¿Cómo es posible? Mediante estrategias de cultivos intercalados según sus tiempos de crecimiento y la siembra de alimentos de rápida cosecha. Pero, además, es posible gracias a la colaboración de los vecinos y su compromiso en la búsqueda conjunta de una manera sustentable de vivir.
Además, esta alternativa le hace frente a la dificultad en el acceso a la tierra, que tienen muchas personas que quieren dedicarse a la agricultura; más aun si quieren hacerlo en la ciudad. El proyecto propone la idea de compartir el terreno para un proyecto colectivo que no daña el ambiente y, además, genera dinero.
De esta manera, el caso de Curtis pone de manifiesto que la decisión de lograr una mejor calidad de vida y alcanzar la rentabilidad pueden ir de la mano, más aun si diferentes personas y, por qué no, comunidades colaboran entre sí.
Conoce más sobre este proyecto en el siguiente video (en inglés):