*Por Astrid Arellano para Mongabay LATAM.
La muerte de 154 delfines de río en el lago Tefé, en la Amazonía brasileña, recordó sobre la urgencia de proteger a estos amenazados cetáceos de agua dulce. Esto ocurrió a finales de septiembre de 2023, en medio de una intensa sequía, cuando el lago ubicado en el interior del estado de Amazonas vivió una situación crítica: el volumen del agua bajó drásticamente y esta se calentó hasta alcanzar los 40 grados centígrados, 10 por encima del promedio histórico. Los expertos atribuyen la catástrofe al cambio climático.
“Para nosotros es una crisis. En un mes, murió más del 10 % de las poblaciones de las dos especies de delfines que habitan el lago Tefé; eso nunca lo habíamos visto. Es el cambio climático. El agua está muy disminuida, pero también las temperaturas subieron a 40 grados. Los delfines, en general, no son muy sensibles a las temperaturas, no les importa mucho, pero esto fue como cocinarlos. No sobrevivieron”, describe Daphne Willems, líder global para el estudio de los delfines de río en World Wildlife Fund (WWF).
La muerte masiva de los cetáceos ocurrió apenas unas semanas antes del Día Internacional de los Delfines de Río, que anualmente se celebra cada 24 de octubre. Este 2023, la conmemoración de la fecha convocó a una reunión internacional en Bogotá, Colombia, en la que participaron actores clave para la conservación de estos mamíferos en el mundo. Ahí se abordaron temas como el contexto político que rodea a los delfines, la socialización de casos de éxito y una sesión continental de trabajo.
El objetivo central de la reunión fue la firma de la Declaración Global para los Delfines de Río, promovida desde el gobierno colombiano, junto con WWF, la Fundación Omacha, el Banco Mundial y especialistas que integran la Iniciativa de Delfines de Río de Sudamérica (SARDI, por sus siglas en inglés).
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La declaración compromete a los 14 países donde habitan las seis especies de delfines de río que hay en el mundo —Bangladesh, Bolivia, Brasil, Camboya, China, Colombia, Ecuador, India, Indonesia, Myanmar, Nepal, Pakistán, Perú y Venezuela— a implementar acciones específicas y fortalecer las iniciativas regionales y nacionales para su protección. Hasta ahora, nueve de estos países firmaron la declaración, dos más están en proceso de firma —Perú y Pakistán—, quedando pendientes China, Myanmar e Indonesia.
De acuerdo con WWF, esta Declaración se centra en detener y revertir la disminución de todas las poblaciones de delfines de río; crear una red de hábitats fluviales protegidos y bien gestionados; impulsar la investigación sobre estos mamíferos y el monitoreo de amenazas; colaborar con las comunidades locales y los pueblos indígenas; erradicar las prácticas pesqueras insostenibles; colaborar con las industrias para mejorar la calidad del agua y asegurar su cantidad y conectividad; promover y celebrar el Día Mundial del Delfín de Río, creando conciencia; así como las asignaciones de recursos pertinentes para lograr todo lo anterior.
“La crisis a la que se enfrentan las poblaciones de delfines de río aún no ha recibido la atención internacional que merece, y salvar a estas especies es una responsabilidad mutua que beneficia también a ríos y humedales”, se lee en el documento de la Declaración Global.
Los delfines de río viven en varios de los ríos más grandes del planeta: Amazonas, Irawadi, Ganges, Indo, Mahakam, Mekong, Orinoco y Yangtsé. En sus márgenes confluyen cerca de 1 000 millones de personas. Por ello, en una carta de preocupación respecto a lo ocurrido en Brasil, publicada el 17 de octubre de 2023, la WWF explicó que los cambios climáticos registrados en los afluentes de la Amazonía no sólo afectan a los delfines, sino también a poblaciones enteras en el país sudamericano, y algunas en Perú. Muchas de las comunidades a las que sólo se puede acceder a través de ríos, ya se encuentran aisladas y otras corren el riesgo de que esto suceda.
Los ríos, en varias zonas, ya son intransitables. Esto imposibilita el transporte de alimentos y medicinas, además de poner en riesgo el suministro de agua. “Se estima que en la región ya son cerca de medio millón de personas afectadas y, sólo en el estado brasileño de Amazonas, 55 de los 62 municipios han declarado el estado de emergencia”, explicó la WWF en el documento.
Para los expertos, la emergencia en Brasil muestra que el cambio climático puede generar impactos y que los países no están preparados. “Son efectos que no veíamos venir”, dice Fernando Trujillo, biólogo especialista en delfines de río y director científico de la Fundación Omacha, organización que, por más de 30 años, ha monitoreado los ríos Amazonas y Orinoco, afluentes que habitan estos animales en Colombia.
Aunque los estudios todavía se encuentran en curso en el Instituto Mamirauá de Brasil, el especialista adelantó que la principal hipótesis sobre lo ocurrido en el lago Tefé, está asociada a que las altas temperaturas del agua provocaron el estrés fisiológico de un alga que libera una toxina capaz de atacar el sistema nervioso central de muchas especies, entre ellas los delfines.
“Por el momento, en Brasil, se han construido barreras físicas con troncos para evitar que los delfines accedan a estas áreas someras en donde el alga está liberando la toxina. Esto ocurrió en el lago Tefé en Brasil, pero puede ocurrir en cualquier momento y en cualquier parte de la Amazonía. No estamos preparados para esto. Así que la Declaración Global también nos va a generar un mecanismo de cooperación internacional para tener estas lecciones aprendidas y prepararnos”, afirma Trujillo.
La importancia de los delfines
Los delfines de río son especies fascinantes. Son considerados los principales depredadores en algunos de los sistemas fluviales más grandes del mundo. Aunque suelen ser subestimados, son piezas clave para mantener el equilibrio ecológico. Su presencia permite evaluar el estado de salud de los ecosistemas que habitan. Si los delfines están bien, es probable que también lo estén los ríos y las poblaciones de peces en general, así como muchísimas otras especies de vida silvestre, comunidades y empresas que dependen de ellos para la pesca, el agua potable y de riego, además del transporte.
“Los delfines ejercen un rol fundamental en los ecosistemas que habitan: son indicadores de su salud. Por lo tanto, en ríos sanos, la gente y otras especies pueden vivir y seguir dependiendo de ellos”, explica Tarsicio Granizo, director de WWF en Ecuador.
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Las seis especies de delfines de río que habitan en el planeta son el rosado del Amazonas (Inia geoffrensis), el del río Ganges (Platanista gangetica), el del río Indo (Platanista minor), el del Irawadi (Orcaella brevirostris), el tucuxi (Sotalia fluviatilis) y la marsopa sin aleta del Yangtsé (Neophocaena phocaenoides), la única de agua dulce en el mundo. Todas estas especies viven en constante amenaza, de acuerdo con la organización WWF.
Estos delfines enfrentan los efectos de la pesca insostenible y de arrastre, el cambio climático, la contaminación, la minería ilegal, la cacería directa de ejemplares y diversas formas de infraestructura construidas en el agua.
Las consecuencias han sido devastadoras. Desde la década de los ochenta, el número de todas las especies de delfines de río se ha desplomado en un 73 % y todas están categorizadas como En Peligro o En Peligro Crítico de extinción en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
El problema es tan grave que, de hecho, una séptima especie de delfín de río —el chino o baiji (Lipotes vexillifer), endémico del río Yangtsé—, fue declarada probablemente extinta en el año 2007.
“En Asia tenemos dos especies en Peligro, pero hay otras dos Críticamente Amenazadas. En Colombia y en el resto de la Amazonía, la situación es igual: no sabemos cuántos individuos hay, pero sí sabemos que la tendencia es negativa. Tenemos menos delfines ahora que hace una década. En Perú y Ecuador, la tendencia es igual, por eso es tan importante que los países trabajen juntos, porque las amenazas y las condiciones, a menudo, son muy parecidas”, explica Daphne Willems.
“Sabemos, por diferentes proyecciones, que en la selva hay áreas en donde habrá más o menos lluvia, y eso también es una amenaza porque no sabemos exactamente qué podría pasar. Pero en Brasil estamos viendo cómo su gobierno ha tenido que actuar rápido para poder responder a estos varamientos masivos, cosa que antes no ha habido. Perú puede aprender de la situación de Brasil, para considerar cómo el gobierno podría responder a un evento así, ¿cómo estarían preparados para eso? Con la coalición [de la Declaración Global], los gobiernos pueden hacer intercambio de conocimiento”, dice la especialista.
En ese sentido, Campbell considera que la Declaración Global recién firmada “es una excelente iniciativa. Lo que ha pasado es que cada país tiene objetivos, políticas y líneas de conservación diferentes, pero los delfines no se adjudican a cierto país o área, sino que se mueven, por eso es mejor que nos alineemos y que en todos los países tengan la misma protección”.
Los esfuerzos para salvar a los delfines
En todo el mundo, los esfuerzos de conservación han traído esperanza para detener el declive de algunas especies de delfines de río. En China, por ejemplo, luego de décadas de un declive que parecía irreversible, los resultados del último censo de marsopas sin aleta del Yangtsé, especie en Peligro Crítico, “mostraron un aumento del 23 % en la población en los últimos cinco años, el primer aumento desde que comenzaron los registros y es el resultado de estrictas medidas de protección y esfuerzos de conservación. A pesar de esto, quedan sólo 1 249 marsopas sin aletas del Yangtsé”, puntualiza WWF.
En Indonesia, dispositivos emisores de señales han evitado con éxito que los delfines mueran debido a su contacto con las redes de pesca, al mismo tiempo que aumentaron las capturas de peces para las comunidades locales. En los últimos 20 años, la población del delfín del río Indo casi se ha duplicado, sin embargo, sólo son unos 2 000 individuos.
“Los gobiernos no pueden hacer mucho solos. En la Declaración Global, hay una cantidad de instituciones que ayudan, organizaciones que están trabajando en el monitoreo y en la sensibilización, pero también hay actores del sector privado que apoyan para poder hacer los proyectos. Hay convenciones internacionales y muchas fundaciones que también ayudan. Eso, al final del día, es clave”, agrega Willems.
Un actor sumamente importante son las comunidades locales, “porque ellos tienen la información, ellos tienen la conexión y creo que debemos trabajar todos juntos; de otra manera, no vamos a lograr remediar la situación de los delfines amenazados y los ríos que habitan y que no funcionan como deberían. Las comunidades son los ojos y oídos de los ríos, ellas viven con las especies”, dice la experta.
Fernando Trujillo considera que la Declaración Global es la materialización de una lucha promovida por la sociedad civil, a través de las organizaciones no gubernamentales que, con pocos recursos, han investigado y trabajado en generar información que ahora será parte de políticas públicas en sus respectivos países.
“Los delfines comienzan a ser una lupa que podemos aplicar en ciertas áreas geográficas, en los ríos sudamericanos y asiáticos, para tratar de hacer cosas positivas por estos ecosistemas. Hace 10 años, nadie sabía de los delfines de río. Ahora la gente está entendiendo que a través de su conservación podemos abrir una ventana de oportunidad para estos grandes ríos del mundo, para poder conservarlos y mejorar la calidad de vida de las personas que habitan allí”, explica el experto.
Tarsicio Granizo explica que una red sólida de áreas naturales protegidas bien administradas puede ser clave para cambiar la situación de los delfines de río. Dos ejemplos de esto en América Latina, son la Reserva Cuyabeno y el Parque Nacional Yasuní, en Ecuador.
“Estas áreas deberían tener planes de manejo actualizados y un cuerpo de guardaparques que ayuden a la conservación, protección y educación sobre estas especies. Se necesita también un trabajo muy cercano con las comunidades que viven ahí. La mayoría son comunidades indígenas que entienden que la conservación de estos recursos —que lo han hecho durante cientos o miles de años— es la garantía de su propia supervivencia. Nosotros tenemos que aprender de estas personas cómo manejar los recursos para que sean sostenibles en el futuro”, afirma el experto.
La Declaración Global busca, como fin último, duplicar las poblaciones de delfines de río en Asia y detener la disminución de sus poblaciones en América del Sur. Esto se logrará con la creación de un movimiento global para la apreciación y conservación de los delfines de río.
“Estoy muy positiva, creo que de verdad podemos cambiar la situación de los delfines, porque lo hemos visto. Para 2030 vamos a ver un cambio para una mejor situación de los delfines, pero también para los ríos enteros. Es mi pasión lograr esto”, agrega Daphne Willems.
Por ello, la experta reiteró que existe la necesidad de entender que los delfines de río son parte de nosotros y que “estamos relacionados directamente aunque no lo sentimos. A menudo pensamos que la naturaleza está allá en la Amazonía, y que nosotros estamos acá, pero la realidad es que estamos interconectados. Por eso creo que todo mundo debería interesarse en los delfines como símbolo”.
*Imagen principal: Delfines grises (Sotalia fluviatis), también conocidos como Tucuxi, en la bocana del río Aguarico y el río Cocaya, en la Reserva de Producción Faunística Cuyabeno, en la amazonía ecuatoriana. Foto: Michelle Vela / WWF Ecuador